viernes, 21 de agosto de 2009

POECILIA RETICULATA Y XIPHOPHORUS MACULATUS EN SU RESIDENCIA DE VERANO

Durante el verano dejo los peces del acuario en el estanque del jardín. Ya a mediados de junio, aunque todavía refresque algunas noches, los saco al aire libre, por tandas. Allí pasarán unos 4 meses. Eso supone un gran ahorro de energía (ni luz, ni temporizador, ni filtro, ni calentador), y de comida, porque los animalitos se las apañan muy bien solos en un ambiente semi natural. La luz solar directa, la dieta variada y natural y el mayor espacio disponible, disparan sus tasas de crecimiento y reproducción. Es decir, que aunque me vaya de vacaciones y no les haga apenas caso, se multiplican y crecen de tal manera que a mediados de agosto ya pueden haber saturado el estanque.

Este hábitat tan propicio lo he generado de una forma muy sencilla y muy barata: cavé un hueco alargado con tres profundidades diferentes, sujeté las márgenes con unos ladrillos y la inestimable ayuda de mi abuelo, lo cubrí todo con una lona protectora y después con otra impermeable. Lo demás fue muy sencillo: arreglar las orillas para que quedaran bonitas, llenarlo de agua y poner un nenúfar y otras plantas procedentes de mi acuario. En unos días estaba listo para acoger peces, y con el paso de las semanas éste fue el resultado:



Las especies de peces que mantengo son tres: gupi (Poecilia reticulata), plati común (Xiphophorus maculatus) y un pleco indeterminado, probablemente Pterygoplichthys pardalis. Este último, un gran loricárido vegetariano, es la única especie que no se reproduce en mi casa. Estos tres peces son resistentes y adaptables, pero no aguantan las temperaturas invernales de mi zona, por lo que la remota posibilidad de que pudieran escapar y asilvestrarse queda descartada. En su hábitat natural las tres especies habitan aguas dulces estancadas o de curso lento de Centroamérica (plati), norte de Sudamérica (gupi), y la cuenca del Amazonas (pleco leopardo).



Esto los hace resistentes a una oxigenación deficiente del agua (el pleco incluso puede respirar aire) y a la acumulación de materia orgánica, lo que es muy importante en mi estanque, ya que no tengo ningún tipo de depuradora ni nada por el estilo. Las condiciones en las que se desenvuelven en el acuario, durante el invierno, son muy estables, pero en verano tienen que adaptarse a grandes diferencias de temperatura, y seguramente de otros parámetros químicos. Por las mañanas el agua de la superficie puede estar a unos 20 o 23ºC, pero a las cuatro de la tarde puede superar ya los 35 grados. He observado que la mayoría de los peces buscan aguas más profundas y frescas a esas horas, pero no es raro ver alevines comiendo en las orillas en esas condiciones. Sorprende que no se conviertan en sopa.

El estanque recibe mucha luz directa durante unas horas, y pese a tener un nenúfar y otras plantas acuáticas, llega a criar muchas algas filamentosas, también llamadas ovas. Cuando saco agua para regar, trato de quitar ovas. Sin embargo he comprobado que los peces ingieren grandes cantidades de esos organismos viscosos. Sus excrementos suelen ser verdes. También comen carroña (de invertebrados que caen y se ahogan), larvas de insectos (como mosquitos y quironómidos), pequeños insectos voladores y detritos. Excepto el pleco, que debe moverse solo durante la noche, los peces están más activos por la mañana y por la tarde, y seguramente su actividad responda a la temperatura y la luminosidad.

Gupis y platis, pese a pertenecer a la misma familia de ciprinodontiformes vivíparos (Poecilidae), se comportan de formas ligeramente diferentes, lo que puede disminuir su competencia por el espacio y la comida. Los gupis tienden a moverse en zonas más abiertas y a alimentarse en la superficie, mientras que los platis parecen estar más ligados a la cobertura que ofrece la vegetación acuática y el substrato. Esto es especialmente llamativo en los alevines. Los platis tienden a buscar alimento entre las plantas sumergidas, bajo la hojarasca que se deposita en el fondo, y en resquicios y grietas. Aquí se puede observar en unos alevines de mis platis, buscando por el fondo del acuario:



Aquí otros alevines de plati buscan alimento por el fondo del estanque, justo en la orilla:



Los gupis mordisquean algas del fondo también, pero no están tan especializados. Pueden observarse en este último vídeo nadando entre dos aguas. Aunque obtienen su alimento de forma natural, siempre están hambrientos y atacan la comida que les doy. Aquí están alimentándose frenéticamente de una bola de tubifex seco:

Otro de los aspectos en los que se diferencian es su tasa de crecimiento y su potencial reproductor, que son bastante superiores en el gupi. Alevines de gupi nacidos en el estanque a finales de junio ya se estaban reproduciendo a finales de agosto, mientras que los platis necesitan como cuatro o cinco meses para madurar. Ambas especies nacen de sus madres ya bien formadas, y no en fase de huevo, aunque no puede hablarse de un verdadero embarazo.

Cuando llega el otoño y van bajando las temperaturas, se va reduciendo su actividad, aunque pueden seguir alimentándose activamente a unos 18ºC. No obstante, ya por octubre los paso al acuario, no sea que la palmen por un enfriamiento repentino, o que enfermen por eso. Y así se cierra el ciclo.

TOMATES DE VERANO

Un año más he dedicado una parte de mi jardín a plantar tomates. La verdad es que merece la pena, porque con unos mínimos cuidados dan bastante. La tierra no es particularmente buena, y tuve que preparar el suelo quitando piedra, removiéndolo y echando tierra en condiciones. También eché las cenizas que acumulamos durante el invierno, de la leña de la chimenea. El resultado ha sido muy bueno, y los tomates mejores aún.

Así estaban las tomateras a principios de Julio:





Así están ahora, a mediados de agosto:



Creo que parte del éxito del tamaño y número de frutos se debe a que riego las matas con agua (y algas) del estanque que también tengo en el jardín, con su correspondiente dosis de excrementos de peces. Vamos, que hay mucha materia orgánica por ahí. Eso sí, ni fertilizantes ni insecticidas, ni nada por el estilo. Y como producto final, unos tomates de primera, algunos de ellos bien grandes, que hemos podido comer en ensaladas, pisto, gazpacho, ...
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