Desde luego, la falta de recursos económicos debido a la crisis se está revelando como el antídoto más eficaz para detener la destrucción de nuestro entorno. Ni leyes protectoras, ni supervisión de supuestos informes independientes de impacto ambiental, ni la búsqueda del interés general que se supone espíritu de nuestras "avanzadísimas" democracias occidentales: lo más eficaz es ponernos límites. O, mejor dicho, imponérsenos. Sin dinero, es decir, sin recursos, sin crecimiento, sin progreso, sin "desarrollo", el mundo respira mucho mejor. Y como ejemplo, el saladar de Borox, del que ya escribí en su día un artículo denunciando las aberraciones que nuestras administraciones públicas estaban cometiendo:
Resulta que la construcción del tramo de la nefasta Autovía de la Sagra que iba a destruir lo que queda del humedal salino, ha sido suspendida. ¡Estamos de enhorabuena! La crisis y el poco tráfico que soportan los tramos ya construidos le han echado el freno. Pero desde aquí quiero aportar mi granito de arena para que se reconozca la labor de todas aquellas personas que se movilizaron durante tanto tiempo, colgando vídeos en internet, denunciando en prensa y en todas partes la situación vergonzosa que se estaba viviendo. Todos aquellos ciudadanos que plantaron cara a las mismas administraciones públicas que deberían proteger nuestro patrimonio colectivo, y que una vez más pretendían depredar sobre él salvajemente y con total impunidad. A ellos mi gratitud.
Cuelgo un artículo al respecto:
Paralizada la destrucción del saladar de Borox
Nos felicitamos de la gran noticia que supone la paralización de las obras de la autovía de la Sagra en el tramo que transcurre por el saladar de Borox. Esta es una victoria del movimiento ecologista y de las acciones que desde esta y otras asociaciones conservacionistas se realizaron para evitar, en el último momento, una obra que se veía inminente. Sin embargo, creemos que ha sido una conjunción de factores la que ha motivado tan buen resultado.
En primer lugar, la fuerte crisis ha llevado a la paralización de los múltiples y faraónicos planes de expansión del cemento por la geografía nacional. Aún en el caso de no haberse paralizado las obras por razones legales, la sequía presupuestaria habría motivado su detención. Sin embargo, la amenaza de una reanudación en el mismo momento en que se alivie la sequía presupuestaria está ahí.
Un segundo motivo que está detrás de la paralización de las obras es que se han revelado innecesarias. El tráfico que soportan los tramos ya construidos en mucho menor del que se auguraba por parte de las administraciones promotoras, como por otra parte denunciamos que así sería. Los polígonos vacíos y el derrumbe de la expansión industrial y urbanística desmedidas que habían proyectado para la comarca hace innecesarias estas obras, tanto para la población e industria que ya soporta el territorio, como para cualquier futuro desarrollo, que ni se ve, ni se espera no ya en años, sino en décadas. Sólo la voracidad de las empresas constructoras y la mendacidad de los políticos a su servicio (sin mencionar la posibilidad de otras razones mas turbias, como comisiones y otras regalías colaterales a las que nos tiene acostumbrada la casta política) explicaban estos proyectos expansivos desmesurados, que no se sustentaban en realidad alguna.
En tercer lugar tenemos la acción por parte de la Unión Europea, esta sí motivada por las denuncias de los colectivos ecologistas. Y es que no se puede destruir un LIC sin permiso de la UE y esto solo puede llegar tras una petición y justificación fundamentadas en unos supuestos que no se daban ni remotamente en nuestro caso. Esta paralización, que suponemos cautelar, tendrá que devenir en firme para que podamos apuntarnos al fin una victoria sobre el monstruo de unas administraciones ciegas, sordas y autistas.
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