Quiero comenzar una serie de artículos sobre razas autóctonas de animales domésticos, centrada en la península ibérica y Baleares. La importancia de estas variedades es enorme, no sólo por ser parte de nuestro patrimonio cultural y antropológico, sino también por su potencial para facilitarnos la vida a nosotros y a las generaciones futuras.
Dentro de las razas caninas, España se caracteriza por ser la cuna de numerosas variedades reconocidas por su funcionalidad, que va desde el manejo de reses bravas a la conducción de rebaños de ovejas, de la protección de propiedades y frente a fieras salvajes, a la caza de muy diferentes tipos de piezas, como controladores de ratas o como auxiliares en barcos de pesca y puertos. Sin embargo, nuestras razas caninas se han encontrado siempre ligadas a las labores del campo, y a las clases sociales trabajadoras y campesinas. Por esta razón, desde la segunda mitad del siglo XX, a medida que la ciudadanía se iba identificando con una clase social económicamente ascendente y cada vez más cosmopolita, urbana y sofisticada, muchas razas de perro autóctonas cayeron en el olvido. Buena parte de ellas han quedado al borde de la extinción. Varias se han extinguido por completo.
Uno de los grupos caninos que mejor han capeado este abandono, ha sido el grupo de los ratoneros. En España se diferencian 5 variedades de este tipo de perros tan particulares, aunque no todas se encuentran reconocidas institucionalmente. De ellas, sólo el villanuco de las Encartaciones se considera críticamente amenazado de extinción. El resto, aunque sobre todo el ratonero valenciano y el bodeguero andaluz, se encuentran en una situación mucho más favorable.
Pero, ¿qué son los perros ratoneros? Bien, tradicionalmente en español se ha llamado así a determinado tipo de canes pequeños, empleados para matar ratas y ratones, así como para la caza de conejos o, más localmente, ratas de agua y pequeños carnívoros. De forma secundaria, también desempeñaban labores de guarda y de animales de compañía. Como es lógico, en el pasado no se tenía el concepto de raza que existe actualmente. No sólo no se diferenciaba entre ratoneros valencianos y murcianos, por ejemplo, sino que los perros se seleccionaban por funcionalidad, y no por tipo ni por estándar. No obstante, llama la atención observar que existía una gran uniformidad de tipo entre estos perros (siempre teniendo en cuenta que la selección era de tipo funcional).
Pues bien, podemos observar tres grupos de ratoneros en España. Por un lado, tenemos el bodeguero andaluz, que es la variedad de mayor tamaño y la más parecida a un terrier. Por otro lado, el villanuco de las Encartaciones, siendo la única variedad norteña, es muy escasa y está muy poco estudiada, aunque muestra un gran parecido superficial con los ratoneros del Mediterráneo. Estos últimos son a los que dedico el presente artículo. Tres son las distinciones raciales que se hacen en la actualidad (en mi opinión, discutibles): ratonero mallorquín, ratonero valenciano y ratonero murciano.
Ejemplar de ratonero murciano. Fuente: http://www.alianzfederation.org/fr/grupos-caninos-alianz/razas-reconocidas/634-standar-canino-ratonero-murciano
Se trata de perros pequeños; de hecho, los menores de todos los canes autóctonos. La alzada hasta los hombros ronda los 30 cm o poco más, mientras que el peso no supera los 8 kg en la forma más corpulenta (el ratonero valenciano) y se mantiene por debajo de los 4 kg en el ratonero mallorquín. La cabeza es alargada, con orejas triangulares, pequeñas y erectas. La cola es muy corta, bien porque los animales nacen sin cola o porque se les amputa a los pocos días. También es característico el pelaje, muy corto, apretado y brillante.
En cuanto a los orígenes de estos animales, no están nada claros. Existen varias teorías. En algunas de ellas se relaciona la aparición de la forma actual de los ratoneros con el comercio con Inglaterra a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX. En el levante español, dicho comercio se intensificó a lo largo del siglo XX con el desarrollo a gran escala del cultivo de cítricos para exportación. Con los barcos ingleses, llegaron también perros ingleses de tipo terrier, que solían emplearse en el control de roedores en los navíos. Existen fuertes evidencias de que los terrier no sólo desembarcaron, sino que se mezclaron con pequeños perros locales de la huerta valenciana y murciana. Es decir, existiendo previamente perrillos ratoneros en el levante (muy probablemente derivados de podencos de talla reducida) los terrier británicos vinieron a cruzarse con ellos y a darles algunas características que podemos observar hoy en día. Por ejemplo en la coloración. Un proceso muy similar puede atestiguarse en el bodeguero andaluz.
Sea como sea, estos perrillos polivalentes y adaptables formaron, durante largo tiempo, parte del paisaje de la huerta levantina, desde Castellón a Murcia, y tal vez más allá. Además, se asentaron también en algunos enclaves de Baleares. Empleados en la caza de conejos, mataban las ratas de huertos, corrales y cuadras, alertaban de la llegada de extraños y protegían las pertenencias de los labriegos. En Valencia, era conocida su faceta como cazadores de ratas de agua en acequias y humedales del entorno de la Albufera. Se trataba de animales, por tanto, estrechamente ligados a las sociedades agrícolas del litoral mediterráneo.
Pero, si ésta fue su cuna geográfica, llegaron a ser conocidos muy lejos, en el interior de la península. Así, mi abuelo cuenta que, en su pueblo natal del norte de Cuenca, los "perros ratoneros" eran uno de los 3 tipos de perros de caza empleados por el pueblo llano (los otros dos eran los galgos y los podencos). Según cuenta, los ratoneros se empleaban para perseguir los animales en sus madrigueras o en la maleza más espesa, para hacerlos salir al alcance de los canes más grandes. En realidad, más o menos variables en forma, color y proporciones, estos perros llegaron a encontrarse muy extendidos en la meseta.
¿Por qué han llegado a estar amenazados estos animales? Bien, en la segunda mitad del siglo XX, los ratoneros experimentaron un declive muy rápido y acusado. Varios son los factores que, combinados, pueden explicar este proceso.
Unos de los más importantes tienen que ver con las alteraciones que ha sufrido el medio en el que vivía este perro. Por ejemplo, la irrupción de la mixomatosis y el colapso de las poblaciones de conejo, supuso que estos animales perdieran una de sus funciones. Además, las huertas de Valencia y Murcia sufrieron modificaciones drásticas, debido a la parcelación y modernización de los cultivos. El paisaje cambió radicalmente. Las antiguas acequias tradicionales, trazadas por los árabes, fueron "mejoradas". Es decir, se las cubrió de hormigón y cemento. Todo para aumentar la productividad de los cultivos, para vender más, ganar más con menos mano de obra y más maquinaria. Ser más competitivos. Los cañaverales y la exuberante vegetación que crecía en los márgenes de las acequias desaparecieron, y con ellos buena parte de la fauna. Incluidas las ratas, los erizos, los conejos y otros animales para cuya caza se empleaban los ratoneros. Paralelamente, comenzó la especulación del suelo y la urbanización masiva de la huerta. En unas décadas, los perros ratoneros habían perdido buena parte de su hábitat.
Ejemplo paradigmático de la destrucción de la huerta valenciana: paisaje de La Punta arrasado, junto al parque natural de La Albufera. 716.000 metros cuadrados de tierra de la máxima calidad agronómica y un ingente patrimonio cultural (hidráulico, arquitectónico y natural) aniquilados.
Otras causas relacionadas con el declive de estos canes son de índole social. El gusto por lo sofisticado y el desprecio por todo lo relacionado con la vida en el campo, nos han llevado a ignorar o minusvalorar nuestro propio patrimonio cultural. En lo referente a los perros, esto es muy sencillo: ¿queremos tener un perro de pueblo, de la huerta? Es gratis, aunque ¿por qué no tener una raza más exclusiva, o una que fuera el perro de reyes o de los emperadores de China? Tal vez uno se sienta más especial si saca a pasear un perro de aspecto exótico, con una historia glamurosa y un precio elevado. Los ratoneros siempre fueron perros de gente común y corriente, campesinos y trabajadores. Pero, ¿qué sucede cuando la gente ya no quiere ser lo que era? Bueno, entre otras cosas elige otro tipo de animales. Y en ese proceso, las razas autóctonas se han ido hundiendo.
En las últimas décadas, algunas asociaciones se han empleado a fondo para recuperar estos animales. El más beneficiado por estos esfuerzos ha sido el ratonero valenciano, que ha sido reconocido ya oficialmente como raza canina autóctona. El mallorquín y el murciano aún están en proceso. Se han establecido ya estándares raciales para las tres variedades, censos y programas de cría. Sin embargo, a mí me parece llamativo que se mantengan como tres razas separadas, siendo perros extremadamente similares. Especialmente los ratoneros valencianos y los murcianos. Entre estos dos tipos, las diferencias más apreciables son una talla algo mayor en el valenciano (aunque no mucho), y una coloración del cuerpo predominantemente blanca en el valenciano (manchada de negro) mientras que en el murciano predominan los colores sólidos. Sin embargo, se encuentran ejemplares murcianos con cuerpo blanco manchado de negro, y valencianos negros o de color enteramente canela. Desde mi punto de vista, la diferenciación es artificial, ya que los criadores valencianos están tratando de eliminar los colores sólidos de sus ratoneros mediante la cría selectiva. Finalmente cada comunidad autónoma tendrá un tipo de perro "propio". Esto tiene que ver con fronteras intelectuales, regionalistas, pero no con la naturaleza de este tipo de perros, que originalmente era el mismo en ambas comunidades autónomas (con las normales variaciones locales).
El concepto moderno de raza, estrechamente relacionado con la obsesión por la "pureza de sangre", es contrario a la propia historia de los perros. Durante milenios, ha existido un trasvase constante de genes entre perros de tipos o razas diferentes. De hecho, la aparición de los ratoneros que conocemos hoy en día se debe al mestizaje de canes bastante distintos. Son, esencialmente, mestizos, con sangre de animales peninsulares y de otros de origen extranjero. En cambio, con el establecimiento de las tres razas regionales, se impedirán los cruces entre ejemplares murcianos, valencianos y mallorquines (pues la descendencia no podría registrarse como de pura raza). En mi opinión, esto es un grave error; máxime cuando la recuperación de las tres variedades se ha hecho sobre un número escaso de animales fundadores. Genéticamente, esto supone un riesgo de endogamia innecesario.
El futuro de estas razas parece positivo. Existe un interés creciente en ellas, y las variedades no reconocidas aún por el Estado seguramente pasen a estarlo en unos años. Aunque demasiado tarde para las variedades del interior, los ratoneros de la costa y Baleares parecen irse abriendo camino en la sociedad de principios del siglo XXI, sobre todo gracias a la facilidad con que se adapta a la vida urbana. Es su pequeño tamaño y facilidad de cuidado lo que hacen esto posible. Esperemos, eso sí, que los ratoneros no pierdan nunca su carácter y funcionalidad, que son lo que garantizará su supervivencia futura. Sería una pena que se convirtieran en nada más que perros de salón. Para eso ya tenemos los chihuahuas.
Para más información sobre los tres ratoneros mediterráneos, recomiendo los siguientes enlaces (aunque seguramente haya otros más interesantes):
Ratonero valenciano:
Ratonero murciano:
Ratonero mallorquín:
me ha parecido muy interesante esta entrada y espero que hagas un hueco en los muchos temas que tratas para las razas autóctonas. A mi también me gustan mucho, tanto las de perros como las ganaderas.
ResponderEliminarAlgunas de las cosas que escribes podían aplicarse a la problemática del mastín español, que es la raza que más conozco.
Saludos.
Muchas gracias, Jesús. Tengo la intención de escribir sobre variedades autóctonas de animales domésticos, espero poder sacar el tiempo.
ResponderEliminarLa verdad es que yo de mastines no sé mucho, así que te estaría muy agradecido si me dieras alguna pista. He oído que el mastín español tiende a tener problemas de displasia de cadera, lo que es extraño en un animal que debe acompañar los rebaños trashumantes a lo largo de cientos de km. ¿Es a esa problemática a la que te refieres?
El problema lo esbocé en una entrada que hice en mi blog en el que me despedía de mi última mastina y desistía de mantener esa raza definitivamente. La cuestión es que los criadores de perros de lujo o con destino a impresionar a los vecinos que se acercasen a las fincas, fomentaron la cría de perros inmensos y llenos de pellejos colgantes, muy "bonitos" pero poco funcionales, que perdían las capacidades de cuidado del ganado que conformaron la raza. Así, los perros de raza con estándar "oficialmente aceptado" no usados para trabajar sino para ganar dinero con ellos, aunque muriesen a los pocos años de venderlos, se fueron cargando de defectos como la displasia, torsión de estómago, problemas cardíacos (heredados de un famoso semental que cubrió decenas de perras), dentales, de párpados y muchos más.
ResponderEliminarPor otro lado, ciertos ganaderos y criadores "alternativos" intentan conseguir un perro funcional, aunque se alejen radicalmente de los estándares oficiales alegando que ser mastín es una "profesión" y no una raza. Así se llega a duros enfrentamientos con los criadores "de la raza".
En el medio está la virtud, y también hay quien lo intenta (ver esta página http://mastinesibericos.es/
pero los enfrentamientos están a la orden del día y han sido una razón más para alejarme de la raza.
El enlace a mi entrada del blog es:
http://notasdecampoyjardin.blogspot.com.es/2009/12/adios-mastines-adios.html
Saludos
Ah, pues sí, recuerdo aquella entrada tuya de hace tiempo, me gustó mucho. Es una pena lo que se hace con los perros cuando se los convierte en mercancía, o cuando cuatro golfos pretenden forrarse con ellos monopolizándolos.
ResponderEliminarDe todas maneras, siendo el mastín un perro tan extendido y tan común en el campo, siempre había supuesto que quedaba un gran número de ejemplares de líneas que se emplean para trabajo. Supongo que con el tiempo deberían separarse dos líneas divergentes: una de escaparate, para exposiciones, y otra de trabajo.
Tampoco tenía ni idea de los enfrentamientos entre "mastineros". Lo que hay que ver...
Por cierto, Jesús, ¡muchas gracias por los enlaces!
Me encantan todos los perros y me interesa en general la historia de cualquier bicho, así q me gusta leer un poco como aparecen estas diferencias entre unos y otros perros, pero no me gusta q la gente se vuelva loca por ello y los degrade a objetos por su raza. Como siempre la nota la damos las personas, y super interesante su aporte :) compartiré una foto de esta entrada en pinterest, digamos q es como un enlace de foto a web, no tanto como una copia, si quiere q la borre puede escribirme un comentario, mensaje o lo q sea. Chaooo
ResponderEliminarHola, te agradezco tu interés en este tema. Sobre la foto, las que puse en esta entrada no son mías (por eso aparecen los enlaces originales). Sería conveniente que hicieras lo mismo y que mencionaras la fuente, para evitar problemas.
EliminarUn saludo