Cada día estoy más convencido de que, en el ámbito de las fuentes de energía, gran parte de las decisiones políticas y empresariales se mueven más por impulsos que en base a criterios científicos sólidos. Algo así como la bolsa, aunque tal vez más politizado. Y es que, a medida que el petróleo se agota y se vuelve un problema, las grandes compañías energéticas y los gobiernos que sirven a sus intereses, tratan de mantenerse a flote alimentando expectativas halagüeñas para el futuro.
De esta manera, se insiste en que, de acuerdo a la lógica capitalista, el encarecimiento del producto alentará nuevas inversiones para mejorar los mecanismos de extracción. Lo que, a su vez, debería abaratar su procesamiento y precio final. Desde sus medios de comunicación, no dejan de repetirnos que están llegando soluciones en forma de nuevas técnicas, que permitirán acceder a nuevos yacimientos de combustibles fósiles. Que la fractura hidráulica o la extracción en alta mar, nos traerán, una vez más, energía barata y crecimiento económico. ¡Hasta el calentamiento global será una bendición! Sí, ¿a quién le importan los millones de personas que perecerán de hambre o enfermedades, cuando la subida del mar inunde sus regiones costeras y se vean desplazados en masa? ¿Qué más da si el cambio climático arruina sus precarios sistemas agrícolas en el Tercer Mundo? ¡Podremos acceder a yacimientos de petróleo en el Ártico, gracias a la desaparición del casquete de hielo polar! ¿No es fantástico?
En realidad, siempre se trata de lo mismo: mantener la ficción de que, pese a todo lo que nos está pasando, nos espera un futuro brillante. Que todo tiene solución, y que aquellos que ponen esa máxima en cuestión, sólo son unos exaltados. Pero, efectivamente, las ficciones ficciones son. Hace tiempo que expertos reputados e independientes vienen avisando de que, pese a todo, nada volverá a ser como antes. Que la extracción de hidrocarburos en alta mar o en el Ártico es y será, inevitablemente, un proceso muy caro y arriesgado (que se lo digan a Shell). O que el "fracking" sólo aportará cantidades relativamente pequeñas de combustible que, además, seguirán siendo caras y constituirán un gravísimo riesgo para la salud de la gente que viva cerca de las explotaciones.
Sin embargo, es tan grande el deseo de creer, tan desesperada la necesidad de confiar en el futuro de nuestro sistema, que ninguna evidencia científica puede nublar el "mantra" de la oficialidad político-empresarial: todo volverá a ser como antes, sólo tenemos que soportar un poco más...
¿O no? Al final parece que, incluso los directivos de algunas compañías, están acabando por darse un baño de realidad (al menos de vez en cuando):
El Director General de Shell habla de decepción con los esquistos tres meses antes de abandonar su cargo
(Traducción
del artículo publicado el 7 octubre 13 em The Financial Times
por Saleha
Riazn)
El Financial Times ha
hablado con el Director General de Shell
Peter Voser. Tres meses antes de abandonar su cargo, Voser dijo
lamentar la “enorme apuesta” – de 24.000 millones de dólares
USA como mínimo– realizada por la compañía en los esquistos en
Estados Unidos.
Según Voser: “Los no convencionales no han dado
exactamente el resultado esperado… Esperábamos tasas de flujo
mayores y con ellas más escalabilidad para una compañía como
Shell.”
También declaró que la actividad en sentido ascendente (Upstream)
de la compañía en América se estaba resintiendo debido a “una
decisión estratégica de ralentizar” en
los esquistos en caso de enfrentarse a precios bajos del gas.
“Así, uno se encuentra con más de 3.000 millones de depreciación
cuando no tiene los recursos para compensarla,” dijo.
Este
mismo año en agosto, Shell hizo pública una
caída del 60% en beneficios en el segundo semestre, en gran medida
como resultado de una amortización de más de 2.000 millones de
dólares USA sobre el valor de sus activos en esquistos ricos en
líquidos en Norteamérica, después de lo cual declaró que
revisaría la estrategia de su cartera en Estados Unidos.
“Costes
más elevados, gastos de exploración, efectos adversos del tipo de
cambio y problemas en Nigeria han tocado nuestra línea de
flotación…Estos han sido claramente resultados decepcionantes
para Shell,” dijo
Voser entonces.
Además,
la semana pasada la compañía anunció planes de
venta de su parte de 106.000-acres en la formación de pizarras
bituminosas de Eagle Ford en el Sur de Tejas, después de un
descuento de 2.200 millones de dólares USA en sus negocios de
esquistos a principios de este año.
FT informa de que Shell “entró en el sector de los esquistos
en América tardíamente y que algunos inversores le acusaron de
pagar los activos por encima de su valor. Entonces sus beneficios se
vieron afectados por un boom del suministro que empujó los precios
del gas a la baja a mínimos de hace 10 años.”
Según
el informe del FT: “Desde que asumió el cargo de Director
General en 2009, se le atribuye la revisión de la estructura
notoriamente compleja de la compañía y la realización de algunos
de los mayores proyectos de la historia de Shell, entre ellos una
planta de conversión de gas en líquido de 19.000 millones de
dólares USA en Qatar.”
En cuanto al boom de los esquistos en Estados Unidos, considera que
es “excesivo”, y que la exploración podría conducir a la
decepción, y aunque afirmó que China era uno de los países que
tenían un mayor potencial con respecto a los esquistos, piensa que
podría haber problemas, porque los costes en China son más altos
que en Estados Unidos.
Le sustituye en el cargo el actual responsable de refino y
comercialización de Shell, Ben van Beurden.
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