martes, 18 de febrero de 2014

NO AL COMPLEJO HÍPICO-HOTELERO DE SOTOMAYOR

Este sábado 22 de febrero se celebrará en Aranjuez una concentración y una marcha en defensa de la dehesa de Sotomayor: una valioso paraje natural que la Comunidad de Madrid pretende convertir en un macrocomplejo de esparcimiento para gente pudiente, centrado en la hípica, el golf y, por supuesto, la construcción. 


La monstruosidad de este proyecto, la expuse ya hace meses en una entrada que dediqué a algunas plantas raras que crecen en las inmediaciones de Sotomayor (sobre todo el rarísimo pítano):

http://viviendoisephanim.blogspot.com.es/2013/07/de-pitanos-lugares-maravillosos-y.html

Dejo aquí más información, cortesía de Ecologistas en Acción:

Rechazo al macrocomplejo turístico e hípico de Aranjuez

Los colectivos ARBA, Asociación Ecologista del Jarama El Soto, Ecologistas en Acción, GRAMA y Jarama Vivo han presentado alegaciones al Estudio de Impacto Ambiental solicitando la retirada del proyecto de hípica y alojamientos de lujo en la Dehesa de Sotomayor, en Aranjuez, en terrenos públicos pertenecientes a la Comunidad de Madrid y protegidos por la Red Natura 2000. El proyecto resulta incompatible con los usos del suelo de la finca y con la conservación de la fauna y flora presente.
El proyecto, del que recientemente ha concluido su periodo de información pública, prevé la construcción de numerosas instalaciones hípicas (varias pistas de competición, graderíos, cuadras para 1050 caballos, centro veterinario, pista de polo...) y un complejo hotelero de 96 cabañas (28 de ellas de tipo suite), al que se le sumarían instalaciones complementarias como cinco aparcamientos, piscinas, campos deportivos, cafeterías, centro social, tres restaurantes, etc. Se prevé una superficie edificada de 380.000 metros cuadrados (unos 38 campos de fútbol), ocupando la práctica totalidad de la zona de vega junto al río Tajo que tiene la finca: 140 hectáreas (similar al 50% de la superficie del casco urbano de Aranjuez). Se prevé un tráfico de más de 3.000 vehículos en los días de eventos.
La finca de la Dehesa de Sotomayor, donde se ubica la Casa de la Monta, es un reducto por su alto valor ecológico dentro del ámbito del valle del Tajo y, en aspectos de biodiversidad botánica, una zona de gran relevancia a nivel europeo. En ella se encuentran endemismos vegetales como el pítano (Vella pseudocytisus), un arbusto cuya área de distribución mundial se limita a esta finca y a otra población en Granada. Toda la finca se halla incluida en una Zona de Protección para las Aves (ZEPA) y en el Lugar de Interés Comunitario “Vegas y Páramos del Sureste”. Además de las comunidades vegetales de importancia, está citada la presencia de aves protegidas como el halcón peregrino, búho real, aguiluchos pálido y cenizo, avutarda, ganga ibérica, etc.
El proyecto presenta numerosas irregularidades y actualmente es incompatible con los usos del suelo establecidos en el Plan General de Ordenación Urbana de Aranjuez. Por otro lado, los altos niveles de ruido que se producirán (hasta 105 dB) sobrepasan en mucho los permitidos por el Real Decreto 1367/2007. Además, los suelos de la vega del Tajo están clasificados como tierras con la más alta capacidad agrológica de la Comunidad de Madrid (clase agrológica 2) y por tanto tienen importancia nacional y deben preservarse para la actividad agraria. En este sentido, esta finca sería mucho más rentable social y económicamente si esos suelos se utilizarán para proyectos basados en la puesta en práctica de proyectos ligados a la producción y formación agroecológicas.
Aunque el proyecto está promovido por el grupo empresarial Ocio Sotomayor su impulsor es directamente la Comunidad de Madrid. El Grupo Ocio Sotomayor es una UTE formada por las empresas GESINDICTA SL, GAROZCO OBRAS Y CONSTRUCCIONES, SLU, LIGHTHORSE VENTURES SL y LA COCOCHA SL, quienes se comprometen a invertir más de 15 millones de euros en el proyecto (en el que se incluye la rehabilitación del edificio histórico de la Casa de la Monta) y a un pago anual de 30.000 euros a la Comunidad, por la gestión de las más de 500 hectáreas del total de la finca Dehesa de Sotomayor. Por tanto el beneficio obtenido por la Comunidad de Madrid sería muy escaso.
Los colectivos ARBA, Asociación Ecologista del Jarama El Soto, Ecologistas en Acción, GRAMA y Jarama Vivo han solicitado a la Dirección General de Evaluación Ambiental la retirada del proyecto por el alto coste ambiental y social así como por su dudosa rentabilidad económica. En los próximos meses se pondrá en marcha una campaña informativa y de concienciación ciudadana con el objetivo de parar este despropósito ambiental.
Fuente: https://www.ecologistasenaccion.org/article27260.html

Si estas en Madrid y puedes acercarte el sábado por lamañana, ¡no faltes! La concentración es a las 9, en la plaza del Ayuntamiento de Aranjuez. La marcha hasta Sotomayor comenzará a las 12. Tenemos que parar esta salvajada contra el patrimonio de todos.

jueves, 6 de febrero de 2014

EL BODEGUERO ANDALUZ. ¿DE NUEVO, ESTÉTICA CONTRA NATURA?

En mi opinión, la conservación de las variedades autóctonas y tradicionales de animales domésticos (sobre todo de ganado de todo tipo) y de cultivos, es esencial en muchos sentidos. Sin embargo, son muchos los ángulos en este tema y merece la pena ser bastante cuidadoso a la hora de plantear la conservación de una determinada raza o variedad doméstica. En el caso de los perros, entran en juego cuestiones peliagudas, que comienzan con esta pregunta: ¿qué es una raza canina? ¿Es una estirpe pura, inmaculada, sin mezcla de sangres? ¿O es un "tipo racial", más o menos homogéneo? Esto es importante, ya que el enfoque endogámico, que considera una raza canina como un linaje puro, ha provocado un terrible número de enfermedades hereditarias en los perros con pedigree.

Para ser justos, este enfoque, bajo mi punto de vista pernicioso, ha venido a ser agravado por la mercantilización de los propios perros. En este sentido, al convertirse el perro en un objeto al servicio de un mercado basado en la estética, el aspecto físico ha pasado a primar sobre cualquier otro valor a la hora de dirigir la cría. En la práctica, los criadores que han ido monopolizando la difusión de muchas razas, viven de su venta que, a su vez, depende de unos buenos resultados en exposiciones caninas. Un aspecto espectacular, con cosméticos incluidos, se convierte en un negocio que puede ser millonario. No solo por el precio del ejemplar que gana un concurso, sino por el de su descendencia.

Sólo así se explica la suerte que han corrido razas tan antiguas como el bulldog. A día de hoy, estos perros no sólo son incapaces de copular sin ayuda, sino que deben nacer por cesárea, ya que la selección de caderas estrechas y cabezas enormes y anchas, hacen que el parto natural sea imposible o muy peligroso. Pero, ¿cómo llegaron los antiguos bulldogs, que se usaban para sujetar toros, a ser lo que son? Muy fácil: dirigiendo su cría de acuerdo a determinados cánones de moda, que nada tenían que ver con el bienestar de los animales, con su función o con su propia salud. Y, en el comienzo de todo, está el establecimiento del estándar de la raza.

El estándar de una raza es, básicamente, una relación de las características que debe tener un animal perteneciente a la misma. Por regla general, las razas o tipos caninos, han existido mucho antes de que se redactaran sus estándares. Algunas de ellas, durante miles de años, sin cambios sustanciales en su morfología. Desde los puntos de vista antropológico, etnológico y biológico, el desarrollo de diferentes tipos caninos en diferentes entornos económicos y culturales, es muy interesante. Y, además, cuando ponemos en relación una determinada raza canina con la sociedad en la que ha evolucionado, nos encontramos con que forma parte del patrimonio cultural de este mismo colectivo humano.

Con respecto a las razas caninas españolas, este patrimonio se ha despreciado y abandonado sistemáticamente desde hace generaciones, precisamente debido cambios de índole cultural y económica. Muchas de nuestras razas autóctonas han llegado a nuestros días en serio peligro de extinción y otras han desaparecido para siempre (como el pachón de Vitoria o el presa español). Para intentar salvar lo que queda, diversos colectivos se han lanzando a proteger y promocionar diferentes variedades caninas amenazadas. Sin embargo, la primera paradoja de esta salvación puede llegar precisamente con la redacción del estándar.

Volvemos, por tanto, al dichoso texto. Al parecer, en el mundo moderno, la redacción de un estándar racial es necesario para recuperar una variedad doméstica en peligro. Teóricamente, debería ser un documento más o menos científico, que estableciera cuáles son sus características básicas. En la práctica, por desgracia, puede no suceder así. Voy a poner como ejemplo un perro que últimamente me está llamando mucho la atención: el ratonero bodeguero andaluz.



Se trata de una de las pocas razas de perro de tipo terrier nativas de nuestra geografía. Su origen, sin embargo, no sólo es reciente y puede rastrearse hasta perros procedentes de Inglaterra, sino que además es mestizo. Por simplificar un poco su historia, parece ser que desciende de perros llegados a la zona de Cádiz desde mediados del siglo XVIII y durante el siglo XIX. Desembarcaron de naves inglesas, que comerciaban con los vinos locales. Los navegantes británicos llevaban perros de tipo terrier en sus barcos, con la función de controlar las ratas que tendían a proliferar en las bodegas. Predominaban los fox terrier de pelo corto o, mejor dicho, su versión primitiva, mucho más funcional que la actual. Su eficacia en la caza de roedores, hizo que su uso fuera extendiéndose también en las áreas portuarias gaditanas y, muy pronto, a toda la región del Marco de Jerez.

Entre tanto, no sólo se daba un cruce indiscriminado entre distintos tipos de terrier extranjeros, sino que estos también se cruzaban con pequeños perros locales, que ya se usaban previamente como desratizadores (de tipo podenco pequeño). Con el tiempo, estos terrier de las bodegas y granjas se expandieron a lo largo de grandes áreas de Andalucía occidental, donde eran conocidos por muchos nombres. Uno de ellos, el de "bodegueros". Animales empleados para cazar y controlar plagas, apreciados por su agresividad y rapidez frente a otros animales, así como, ocasionalmente, para vivir dentro de las casas.

Nadie los presentaba a concursos ni exposiciones, por supuesto. En cambio, el propio fox terrier sí que se vio sometido muy pronto a los caprichos de la moda. Redactado su estándar, esta antigua raza pasó a convertirse en objeto de "mejoras" a través de, entre otras cosas, promover una endogamia deliberada. Así, dejaron de permitirse los cruces entre fox terrier de pelo corto y los de pelo duro, por ejemplo. El resultado de estas "mejoras" es un tipo de perro muy diferente (y también mucho menos funcional) del primitivo.

Resulta interesante echar un vistazo rápido a la historia de la "raza madre" de nuestro bodeguero. Originalmente, durante muchísimo tiempo, los fox terrier fueron perros utilizados en la caza de pequeños predadores, particularmente zorros y tejones (de donde viene su nombre), así como para matar ratas en graneros y cuadras. A nadie le importaban las proporciones de su cráneo, o si las orejas eran más largas o más cortas. Los fox terrier existían en una variedad de tamaños y pesos, con ejemplares de pelo liso y corto y otros de pelaje más duro e hirsuto. Los había de patas más bien cortas y otros más estilizados. Lo importante era que fueran buenos perros de caza y de granja. Por supuesto, era esencial que fueran animales sanos.

Las primeras exposiciones caninas se celebraron en Inglaterra a mediados del siglo XIX, cosechando un gran éxito en la alta sociedad victoriana. Los primeros fox terrier no aparecieron en este tipo de actos hasta el año 1862. Los primeros ganadores de los concursos eran ejemplares sin pedigree, originarios de las granjas y de realas para la caza de zorros y tejones. Sin embargo, ese fue el comienzo de un drástico cambio en la raza, que pasó a seleccionarse casi estrictamente por su aspecto.

Todavía en 1879, esta hembra era considerada un ejemplar excelente de fox terrier:


Fuente: http://puigdagulles.com/historia/

A parte de que, por su tipo y características generales, recuerda enormemente a nuestro bodeguero actual, llama la atención su aspecto ágil, de patas fuertes y cuerpo flexible. Se trata de la nieta de un conocidísimo fox terrier de los años 50, llamado Belgrave Joe, que en su tiempo tuvo un enorme prestigio por considerarse un representante ejemplar de su raza. Tanto esta perra como su célebre abuelo, serían considerados en la actualidad vulgares chuchos, y no se les permitiría presentarse a ningún concurso. De hecho, pese a ser exponentes ancestrales del fox terrier, hoy en día no podrían inscribirse como miembros de esta raza.

La razón es que, a medida que la cría se orientaba a conseguir ganadores de concursos, el tipo original de estos perros desapareció para ser sustituido por otro muy diferente. Según iba aumentando su popularidad entre la clase alta, se comenzó a criar perros de líneas cada vez más "elegantes" y carácter más dócil. Pronto, las nuevas líneas de cría para exposición desplazaron y eliminaron los perros de trabajo que, durante tanto tiempo, habían desarrollado su labor en el campo. Se consideraba que el cráneo de los perros originales era basto, feo; así que se buscó alargarlo. Se comenzaron a seleccionar las patas rectas, que no existían en los fox terrier ancestrales, por ser perros ágiles, buenos en el salto y excavando. Estas patas rectas, no se buscaron por su funcionalidad sino, muy al contrario, por considerarse bonitas. Lo mismo pasó con el cuello, que se alargó, y el tronco, que se modificó para que fuese más corto y alto. El resultado, ya puede verse muy bien en este fox terrier de 1915 (wikipedia):


Los animales de concurso, muy distintos de sus antepasados, pasaron a considerarse "de alta calidad" (aunque no sé muy bien calidad para qué) y, por ende, los fox terrier auténticos. Y, en adelante, los animales de esta raza que, en las zonas rurales, aún conservaban un aspecto y aptitudes primigenios, pasaron a ser vistos como chuchos sin valor.

Fox terrier actual:














Fuente: (http://www.besfern.com/RAZAS%20FCI/grupo_3.htm)

Este es un ejemplo resumido de cómo una supuesta valorización de una raza puede, en realidad, llegar a destruirla o, al menos, desvirtuarla. Desgraciadamente, es algo que ha sucedido muchas veces, con muchas razas. Perros de pastor, como el collie, que ya no saben dirigir las ovejas (eso sí, tienen un pelo precioso y unas orejas perfectas), o perros de trabajo reducidos a falderos hipertrofiados, como el samoyedo. Dejando a un lado las prácticas, muchas veces denunciadas, de sacrificar cachorros sanos por nacer, por ejemplo, con un color "inadecuado", esta forma de criar perros ha generado rechazo en varios sectores cinófilos. Existen, por ejemplo, cazadores que crían tipos de terrier intentando que no entren dentro del Kennel Club, sabedores de que eso significaría el fin para unos animales extraordinarios. Prefieren que sus perros no sean reconocidos oficialmente como raza, para no perderlos. Es el caso de algunas líneas del plummer terrier, en el Reino Unido.

Volviendo al nuestro ratonero bodeguero, cuenta actualmente con reconocimiento oficial. Y esto, por sí mismo, es una suerte dentro de las razas autóctonas, de las que varias están al borde de la extinción y sin ningún apoyo institucional (como el can de chira). De hecho, el bodeguero se ha vuelto una raza muy popular. Aunque es originaria de Andalucía occidental, se ha hecho muy común incluso en Madrid. Sin embargo, a mí personalmente me preocupa que esta popularización de la raza tenga en él el mismo efecto que en su antepasado (el fox terrier). Es cierto que el bodeguero aún se utiliza para cazar y, hasta cierto punto, en el control de ratas. Sin embargo, cada vez más se está convirtiendo en un perro de compañía y de concurso. Pese a que originalmente estos perros existían en una variedad de tamaños, pesos y proporciones, el estándar actual es sumamente restrictivo, y parece dirigido a lograr una homogeneidad que no era propia de los bodegueros originales.

Voy a poner un ejemplo que me llama poderosamente la atención: la forma de la orejas. El estándar, redactado en 1997, establece que las orejas deben ser dobladas hacia adelante o, si acaso, en rosa. Se consideran defectos eliminatorios las orejas totalmente erguidas o caídas. Dejando a un lado la importancia real de que las orejas estén más o menos levantadas, lo cierto es que, incluso a día de hoy, nacen bodegueros con las orejas levantadas, lo que demuestra que este carácter se encuentra dentro de su acervo genético:


Nada raro, si tenemos en cuenta que frecuentemente se cruzaban perros ratoneros con podencos (de orejas erguidas). Tal vez, lo ideal sería que el estándar se centrarse más en el carácter y aptitudes de estos animales, tal y como sucede con los perros feist norteamericanos: el estándar de estas variedades de perros estadounidenses, no especifica cómo deben ser el color o las orejas, sino características más generales relacionadas con la funcionalidad. En realidad, definen un tipo racial que recuerda al concepto primitivo de raza. Para los cazadores norteamericanos, los feist son muy útiles en el campo, como desratizadores y animales de compañía, que presentan un aspecto similar aunque no completamente homogéneo. No les importa si las orejas son más o menos caídas, eso no define lo que es un feist. Tampoco el color, ni las proporciones exactas del cráneo.

Incluso en las fotos antiguas puede verse que los bodegueros presentaban una diversidad de colores y formas mucho mayores a las que se permiten en la actualidad. Así que, ¿no deberíamos nosotros relajar también un poco los límites de las razas autóctonas? La obsesión por un aspecto espectacular y homogéneo ya ha tenido resultados nefastos en algunas de ellas, como es el caso del mastín español (al que dedicaré otra entrada). Si de verdad no queremos que este patrimonio muera de éxito (éxito en ventas), tal vez deberíamos buscar otro enfoque a la hora de criar estos perros o, incluso, a la hora de considerar cuáles son realmente sus características raciales.

miércoles, 5 de febrero de 2014

¿ES ÉTICO SEGUIR "OCUPANDO" TERRITORIO? EL CASO DE LA DEPURADORA DE VALDEMORO

Hace poco, me encontraba teniendo una conversación sobre energías renovables e instalación de paneles solares. Hablando del caso de Argentina, alguien comentó: 

- Fíjate, con la superficie que tiene ese país, ¡la cantidad de campos de paneles solares que podrían ponerse! ¡Muchísimos!

Eso me hizo ponerme a pensar sobre hasta qué punto estamos legitimados para seguir ocupando tierras y humanizando lo que queda sin tocar de nuestro planeta. Es un dilema de tipo moral, en cierto modo. ¿Tenemos derecho a cubrir un determinado territorio de placas solares? ¿Podemos permitirnos seguir pensando en la superficie de la Tierra, como si fuera nuestra para lo que necesitemos?

Un amigo, hace no mucho, me comentó que había oído que unas empresas energéticas de origen alemán, estaban planteándose extender inmensos campos solares en el Sahara marroquí y argelino. Le planteé la posibilidad de que, tal vez, esa iniciativa dañara lugares valiosos. "Pero... es un desierto", me respondió, "no hay nada". 

Suele ser mucho más cómodo ignorar que conocer. Saber que la superficie de nuestro planeta es un tesoro irrepetible, en toda su extensión, es inquietante. Saber que, a lo largo de las eras, la vida se ha abierto camino en formas casi infinitas para ocupar casi cada rincón de la Tierra. Que allá donde miremos, contemplamos algo único y frágil. Durante el último siglo, hemos destruido o consumido buena parte de esa riqueza, mientras extendíamos nuestra presencia e infraestructuras más allá de lo soportable. 

Así que, ¿hasta donde queremos llegar? ¿Estamos dispuestos a conservar algo para las generaciones futuras? Aquí se plantea un dilema cada día más urgente, pues cada día nos queda menos que salvar. Hace muy poco saltaba a la prensa el daño que la construcción de una depuradora va a causar en un espacio natural protegido del sureste de Madrid. La finca El Espartal, en Valdemoro, es muy conocida por su riqueza botánica, con numerosas plantas de ambientes áridos endémicas, así como por ser el hábitat de algunos invertebrados rarísimos y actualmente amenazados. Además, es el hogar de especies de vertebrados protegidos por la legislación española. El Canal de Isabel II (es decir, el Gobierno de la Comunidad de Madrid) planea construir una depuradora que, en gran medida, ocupará un área valiosa del Espartal.

Todos queremos que nuestros ríos bajen limpios. Yo, además, querría que bajaran con agua. Sin embargo, ¿cuánto más estamos dispuestos a perder?

Dejo aquí un artículo sobre este tema:


Una depuradora en Valdemoro contra las especies de El Espartal

Más del 85% de la superficie de los terrenos donde se quiere construir la estación depuradora de aguas fecales está compuesta por hábitats de interés comunitario.



La Comisión de Pe­ticiones del Parlamento Europeo tiene previsto abordar hoy en su orden del día la denuncia de Ecologistas en Acción de Valdemoro, Madrid, contra la construcción de una estación depuradora de aguas residuales en los terrenos protegidos de El Espartal. Ésta no es la única denuncia de la organización contra los planes del Canal de Isabel II, empresa que promueve la estación depuradora y que gestiona el agua de Madrid y sus municipios.
En octubre de 2011, la Comuni­dad de Madrid emitió una declaración de impacto ambiental favorable a la nueva estación depuradora de Valdemoro. La parcela escogida, con una superficie de 82.090 m2, se sitúa en el interior de El Espartal, una extensa finca de gran valor ecológico, al este del municipio. Algo más de la mitad esos terrenos –746 hectáreas– forman parte del Parque Regional del Sureste y en su conjunto presenta un elevado interés de fauna, flora y de geomorfología.
Desde que la empresa pública Ar­pe­gio anunciara su proyecto de urbanización –hace casi una década– este paraje ha venido polarizando el grueso de las reivindicaciones de Ecologistas en Acción. Las aguas residuales del municipio de Valdemoro se tratan en la actualidad en la estación depuradora del pueblo de Ciempozuelos, que, junto con las generadas en esta localidad, también procesa las procedentes de San Martín de la Vega.
El escarabajo Buprestis sanguinea es un "endemismo ibero-magrebí, muy raro y localizado en España, en Madrid, considerado como una reliquia zoológica
El Canal justifica la necesidad de la nueva infraestructura por la insuficiente capacidad de la depuradora actual para atender las futuras demandas previstas en el planeamiento de estos municipios. El proyecto supondrá un movimiento de tierras de 275.000 m3 en una parcela de alta calidad paisajística, como reconoce el propio estudio de impacto ambiental de por la empresa Prointec. Más del 85% de su superficie está ocupada por hábitats de interés comunitario, tres de ellos de conservación prioritaria en la UE. Además, la obra supondrá que las acometidas de agua potable, electricidad y la conducción de agua reutilizada discurrirán por terrenos clasificados como Lugares de Importancia Comunitaria (LIC), como las vegas, cuestas y páramos del sureste de Madrid, y como Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA), como los cortados y cantiles de los ríos Jarama y Manzanares, lo que significará la destrucción añadida de 2,5 km de estoshábitats.

Alternativa al emplazamiento

Para evitar impactos sobre la Red Natura 2000, Ecologistas en Acción de Valdemoro propuso un emplazamiento alternativo para la depuradora contiguo a un área industrial, en el margen contrario del arroyo de La Cañada. Pero el promotor rechazó la propuesta aduciendo que ese emplazamiento hacía preciso el bombeo de agua por la diferencia de cota respecto a las alternativas iniciales, aunque el proyecto contempla la construcción de una nueva estación de bombeo en Ciempozuelos para tratar las aguas residuales del polígono industrial S1.
Durante el periodo de alegaciones, los ecologistas sostuvieron que el estudio de impacto ambiental no ofrecía un diagnóstico preciso ni completo de los valores naturales comprometidos por la infraestructura. Éste es el caso del coralillo (Microcnemum coralloides), una rara planta presente en el arroyo de La Cañada que se vería afectada por la construcción de la estación depuradora. La rareza –una de sus subespecies se distribuye por de­siertos de Siria y Turquía– y la extrema fragilidad de sus poblaciones hizo que fuera incluida como vulnerable en el Libro Rojo de la flora vascular española. El estudio de impacto ambiental no hacía mención a esta especie,aunque agentes forestales de la Comunidad de Ma­drid certificaron oficialmente su presencia en septiembre de 2012.
Este no es el único de los valores botánicos del entorno en riesgo. Como recuerdó Juan Manuel Martínez Labarga, profesor de la Escuela de Ingeniería Técnica Forestal, de la Universidad Politécnica de Madrid, en el IV Congreso de Biología de la Conservación de Plantas celebrado en Almería en 2009, en el paraje de El Espartal “varias de sus especies vegetales gipsícolas [de suelos de yesos]  son endemismos exclusivos de estos afloramientos edáficos de la cuenca del Tajo o de la península Ibérica. Eso quiere decir que no viven en ningún otro lugar del planeta (Thymus lacaitae, Gypsophila struthium, Vella pseudocytisus, etc)”.
Labarga insiste en que: "La finca de El Espartal y el Arroyo de la Cañada, entre Valdemoro y Ciempozuelos, albergan la mejor comunidad halohidrófila de la Comunidad de Madrid, con interesantes especies vegetales endémicas y con un muestrario de los más importantes hábitats naturales de zonas salinas y gipsícolas incluidos en la red Natura 2000 que se pueden encontrar en el centro de la península ibérica".
El retraso en la ejecución del proyecto debe explicarse por las reclamaciones ante la Comisión Europea por su difícil encaje en el marco de la legislación ambiental de la UE. En este sentido una reciente respuesta de David Lowe, desde la Comisión de Peticiones, precisa que: “Las autoridades competentes sólo darán su consentimiento para el plan o proyecto después de asegurarse de que no tendrá efectos adversos sobre los referidos parajes vistos en su conjunto”. Por otra parte, el proyecto sigue supeditado a las consecuencias de la sentencia 403/2012 del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que en mayo de 2012 anulaba importantes desarrollos previstos en el  Plan General de Valdemoro.
Mientras tanto, en octubre se cumplieron dos años de la emisión de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) sin que el promotor haya iniciado las obras. De acuerdo con la Ley 2/2002 de Evaluación Ambiental de la Comunidad de Madrid la declaración debe someterse a un nuevo informe con el fin de revisar su vigencia.

"Una reliquia zoológica"

El valor científico de estos terrenos ha vuelto a manifestarse tras la localización en agosto de Buprestis (Yamina) sanguinea, un escarabajo del que no existían citas en toda la Comunidad de Madrid en los últimos 15 años. En opinión del entomólogo José Ignacio López-Colón: “Este endemismo ibero-magrebí, muy raro y localizado en España —y más todavía en Madrid—, está considerado como una reliquia zoológica y su supervivencia está estrechamente ligada a la conservación del hábitat donde se desarrolla sus plantas-huésped, las efedras o canadillos (género Ephedra)”.
Hembra de Buprestis sanguinea, en agosto en El Espartal, tras 15 años sin citas en la Comunidad de Madrid. ECOLOGISTAS EN ACCIÓN VALDEMORO.
Además, El Espartal cuenta también con un gran valor arqueológico, una buena parte de la finca fue declarada por la Comunidad de Madrid Bien de Interés Cultural en 1995. Las prospecciones arqueológicas confirmaron la existencia de numerosos yacimientos que atestigúan la presencia en este entorno de ocupaciones humanas desde época muy remota. En su interior se localiza el yacimiento donde se halló el célebre vaso campaniforme de Ciempozuelos.


Fuente:

https://www.diagonalperiodico.net/global/21397-depuradora-contra-especies-espartal.html