martes, 30 de noviembre de 2010

DESARROLLISMO Y AUTOPISTAS DE PEAJE

Mucho me temo que todos hemos pagado muy caro la dinámica desarrollista de las últimas décadas. España se ha lanzado a una construcción frenética de infraestructuras, sin mirar en muchos casos su utilidad real. Éstas deberían planificarse de modo que favorecieran el desarrollo socioeconómico, con un impacto ambiental mínimo. Por supuesto, nada de eso ha sido así.

En el peor de los casos, puede darse para favorecer intereses privados. Por ejemplo, las múltiples carreteras construidas en las proximidades de nuevos desarrollos urbanísticos. O las estaciones de AVE levantadas en mitad de estepas, donde de la noche a la mañana surgen nuevas ciudades (caso de Valdeluz, en Guadalajara).

En el mejor de los casos, el desarrollismo en la construcción de infraestructuras se ha convertido en un objetivo en sí mismo. Es decir, aunque parezca asombroso, se ha vuelto un sector fundamental de creación de empleo, y por tanto imprescindible. Además, ha llegado a ser una de las banderas más importantes de los distintos gobiernos a la hora de vender su gestión a la ciudadanía: qué luce mejor que una buena inauguración. Pero... ¿puede un país construir infraestructuras hasta el infinito? ¿Es lógico? ¿Qué se hace cuando un país tiene más de las que necesita, más de las que puede mantener, y sigue queriendo construir otras nuevas? ¿Y si ese país atraviesa una grave crisis?

Recientemente Castilla la Mancha ha aprobado el trazado definitivo de la autovía que pretende unir Toledo con Ciudad Real. La aprobación llega en un momento muy oportuno: poco antes de las elecciones autonómicas. Pero, ¿qué justificación real tiene? ¿Compensa el daño que ocasionará en los Montes de Toledo?

Veamos un caso escalofriante de hasta qué punto esta política desarrollista puede suponer una grave amenaza al medio ambiente, un despilfarro injustificado de dinero público, y una carga insoportable para el erario público en los años venideros: nuestra extensa red de autopistas de peaje. En Madrid, por ejemplo, ayudaron a dañar irreversiblemente parajes naturales de gran valor, junto con la construcción de la M-50 y sus variantes (caso de áreas catalogadas como ZEPA). Y éste es el resultado:


Fomento asegura la inyección de 80 millones a autopistas en quiebra

MADRID, 26 Nov. (EUROPA PRESS)

El Ministerio de Fomento se ha asegurado poder realizar en 2011 importes a cuenta por un total de 80,1 millones de euros a ocho sociedades concesionarias de autopistas de peaje que afrontan un riesgo de quiebra para compensarlas por la caída de tráfico que registran.

La aportación se regulará a través de la Ley del Servicio Postal Universal, mediante una enmienda incluida a este texto legal por parte del grupo socialista en el Senado, según informaron a Europa Press en fuentes de esta formación.

El Ejecutivo ha tenido que recurrir a este giro parlamentario después de que el PP vetara la enmienda por la que se quiso añadir esta aportación a los Presupuestos Generales del Estado para 2011 del próximo año durante su tramitación en el Congreso.

Aunque el Gobierno pactó con CiU esta medida, que también cuenta con el respaldo del PNV, la posibilidad de que las cuentas públicas para el próximo año reciban el veto del Senado ha obligado al Grupo Socialista a buscar otro camino para garantizar la entrada en vigor de las ayudas el 1 de enero de 2011.

El importe que Fomento prestará a las autopistas computará en déficit, a pesar de que las concesionarias deberán devolverlo con intereses al Estado. La aportación tendrá además continuidad en los dos ejercicios siguientes (2012 y 2013), en cantidades que dependerán de la evolución de los tráficos en esos años.

Las concesionarias en riesgo de quiebra y, por tanto, susceptibles de recibir parte de este importe son las de las autopistas radiales de Madrid, la que une la capital y el aeropuerto de Barajas, la Cartagena-Vera, la Madrid-Toledo, la circunvalación de Alicante y Ocaña-La Roda.

Globalvía (FCC y Caja Madrid), Acciona, Abertis, Itínere, ACS y Ferrovial son alguno de los grandes grupos constructores y de concesiones titulares de estas vías.


UNO DE LOS PROBLEMAS

Con la entrega de este importe a cuenta, el Gobierno busca solventar uno de los dos principales problemas que actualmente abocan a la quiebra a ocho sociedades concesionarias de autopistas de peaje, el de la caída de los tráficos.

El otro es el "desproporcionado" sobrecoste que las empresas concesionarias de las autopistas registraron (1.858 millones, frente a los 269 millones previstos) por las expropiaciones de los terrenos en los que se construyeron las autopistas, como consecuencia de la aplicación de la Ley del Suelo vigente entonces, la de 1998.

Para solventar este impacto, los Presupuestos de 2011 ya incluyen una dotación de 250 millones de euros. Este monto se destinará a otorgar a estas mismas concesionarias créditos participativos para paliar dicho sobrecoste de expropiación y no aumentará, a pesar de las demandas de las concesionarias.

Así, en total, el Gobierno 'prestará' el próximo año a estas autopistas 330 millones de euros, que, a su vez, se elevan a 530 millones al sumar los 200 millones ya incluidos en los Presupuestos de 2010 también para créditos participativoS.








Enlace: http://www.europapress.es/economia/noticia-fomento-asegura-inyeccion-80-millones-autopistas-quiebra-20101126200507.html

lunes, 29 de noviembre de 2010

PELOTAZOS Y BURBUJA INMOBILIARIA: EL CASO DE AMBITE DE TAJUÑA

Comienzo aquí una pequeña serie, que quiero dedicar a los desmanes urbanísticos cometidos en la Comunidad de Madrid y su entorno, como ejemplo de lo que ha venido sucediendo en buena parte de nuestro país. Lo hago preocupado por una doble vertiente negativa de este fenómeno:

Por un lado por el gravísimo daño medioambiental que ha supuesto y sigue suponiendo para nuestro patrimonio natural. Por el saqueo del territorio de todos. Por la destrucción de nuestro paisaje. Escandalizado por el expolio de suelo, agua y recursos. Asombrado por la naturalidad con la que la sociedad ha asistido a la desaparición de sus espacios abiertos, y su calidad de vida.

Por otro lado, por lo que la burbuja inmobiliaria significa para nuestra democracia. Los españoles nos habíamos dotado de un sistema político y social que se suponía admirable. Y sin embargo, ha trabajado al servicio de especuladores, de ladrones, de mafiosos. Se ha visto incapaz de atajar tramas corruptas escandalosas, de racionalizar el gasto de recursos, y de cuestionar las enormes inversiones públicas al servicio de intereses privados.

Me parece interesante lo bien que puede observarse en nuestro paisaje actual la huella de todo esto. Por eso, quiero poner algunos ejemplos. Empezaré con un caso pequeño, seguramente insignificante: el caso de Ambite de Tajuña, en el límite suroriental de la Comunidad de Madrid con la provincia de Guadalajara.

Érase un pueblecito blanco, encaramado a una ladera, en un valle idílico, tranquilo, rodeado de monte verde, y con un río cantarín regando su vega. Y érase también su ayuntamiento, regido por políticos no muy distintos de los de la mayor parte de los demás pueblos y ciudades. Al menos en una cosa: que vieron en el territorio y el paisaje no un bien común, ni una riqueza colectiva, sino un objeto del que apropiarse y del que sacar dinero. Mucho dinero. Y tampoco eran distintos en otra cosa: en desear más que nada el dinero, para lograr mantenese en el poder otros cuatro años más. Y ambas motivaciones son las que han llevado, a lo largo y ancho de nuestra geografía, a depredar salvajemente sobre nuestra tierra. La que heredarán las generaciones futuras.

En Ambite, ese empuje feroz llegó muy tarde, cuando ya la burbuja estaba apunto de estallar. Al borde de la crisis que tanto tiempo se llevaba esperando. Por eso, hoy en día podemos encontrar esto en medio del pueblo:
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Un complejo residencial de viviendas de lujo con piscina, dentro de un pueblecito de casitas blancas. La grúa desmontada y el cartel descolorido hablan de una operación fallida: las obras se pararon al poco de comenzar, y llevan años abandonadas. Recientemente se ha vallado, para evitar que alguien se caiga de las estructuras a medio construir:


No obstante, sigue siendo muy fácil asomarse, y contemplar aquel esqueleto, que posiblemente nunca llegue a convertirse en un bloque de viviendas de lujo. Desde allí mismo puede contemplarse otra operación urbanística terrorífica, la urbanización llamada Sierra de Tajuña:


Cuesta creer que antes la gente pudiera contemplar un monte verde al asomarse por la ventana desde Ambite. Una vez más se ha expoliado el territorio y el paisaje, en beneficio de intereses oscuros. Con frecuencia los políticos municipales (aunque también regionales y nacionales) han justificado el frenesí urbanístico de nuestro país, argumentando que respondía a una demanda real. Sin embargo, la realidad se muestra tozuda al respecto. Basta darse una vuelta por las empinadas calles de la Sierra de Tajuña, para comprobar que un altísimo número de viviendas se encuentran vacías. Nadie las compró. O si alguien las compró, nunca quiso ocuparlas. Ahí siguen, como recién construidas:
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Casas y más casas vacías y silenciosas, que nadie quiere.
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Entre tanto, es de suponer que el ayuntamiento costea la limpieza de las calles, la recogida de basura, el alumbrado público, y otros muchos gastos, para una población muy inferior a la prevista.
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Y aquí surge una nueva cuestión: ¿cómo sobrevivirán nuestros consistorios a las restricciones económicas que impondrá el largo periodo de crisis que nos espera?

sábado, 20 de noviembre de 2010

CONTINÚA EL ESCÁNDALO DEL ATÚN

Hace unos días, pude asistir atónito a unas declaraciones de la flamante ministra Rosa Aguilar, en las que defendía el rechazo del gobierno español a la reducción de las capturas de atún rojo en aguas europeas. Este recorte, del 50%, había sido propuesto por la Comisión Europea como medida para evitar la extición de la especie y propiciar su recuperación. Sin embargo, las perspectivas cortoplacistas mandan, y hay poderosos intereses económicos detrás de la pesca masiva e insostenible del atún (que se encuentra seriamente amenazado). No es casual que nuestros gobernantes gasten ingentes cantidades de dinero público en escoltar y proteger a los empresarios que pescan este pez en el Índico. Ahí sigue la operación Atalanta.

Pero por supuesto, ni siquiera unos cauces legales tan bochornosos como estos son suficientes. La prueba está en las noticias que últimamente aparecen a cerca de fraudes generalizados. Dejo una de ellas:

http://ongplanetaria.ning.com/forum/topics/la-vergonzosa-carrera-del-oro


Una investigación cifra en 285 millones anuales el negocio de la pesca ilegal en el Mediterráneo

El Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación denuncia un amplio fraude en el mundo de la pesca del atún rojo (con videos)

Una investigación del Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ, en sus siglas en inglés), que duró ocho meses, ha seguido día a día la pesquería de atún rojo y su mercado y, según ha explicado WWF, ha encontrado una evidente corrupción en la industria del atún rojo.El responsable de Pesquerías de esta organización ecologista en España, Raúl García, ha señalado que "este alto nivel de ilegalidades supone que ningún consumidor, empresa o gobierno puede estar seguro de que el atún rojo ha sido capturado y comercializado de manera responsable, ya que toda la cadena está bajo sospecha".En este sentido, WWF apunta que los datos obtenidos de la Comisión Internacional por la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT, en sus siglas en inglés), han confirmado que ese incumplimiento de las normas de la pesquería de atún rojo del Mediterráneo ha sido una práctica habitual también durante la campaña de 2010.

También desde Greenpeace han mostrado su "preocupación" por este informe. Así, la responsable de Océanos de la organización ecologista, Celia Ojeda, ha señalado que "es más que evidente que la situación de esta especie está fuera de control y los países que la realizan son todos igualmente responsables". Al respecto, Ojeda ha apuntado que "Francia quiere mantener el nivel de la pesquería alegando que genera empleo, en lugar de admitir que la única manera de garantizar estos puestos de trabajo es una reducción masiva de la pesquería, que beneficiará la recuperación de la especie y proporcionará un futuro para estos pescadores".


Tanto para WWF, como para Greenpeace, después de que esta información haya visto la luz, no puede haber una excusa para que la comunidad internacional no suspenda la "destructiva pesquería industrial de cerco" y las granjas de atún que dependen de ella, ante el encuentro de ICCAT, que se celebrará en París del 17 al 27 de noviembre.Además, Greenpeace ha pedido también al Gobierno español que lidere un cambio en esta gestión en la reunión de ICCAT ya que a su juicio, el Ejecutivo debería priorizar su pesquería tradicional y proteger el sur de las Islas Baleares, zona donde desova el atún rojo.Enlaces a los comunicados de denuncia:
WWF Greenpeace
En 1996, un barco de la firma Tuna graso -una empresa conjunta de la japonesa Mitsui y la española Fuentes e hijos- subió a bordo un atún rojo de más de 300 kilos de una de sus granjas. Valía 12.000 euros, más aún en Tokio. Los días de llevar atún fresco a Japón solo unos meses al año eran historia. Las granjas de engorde implicaban que los japoneses podrían tener atún rojo de alta calidad para el sashimi todo el año. Ese día, el atún resbaló por cubierta, hirió a varios miembros de la tripulación y cayó al mar. Fue un revés menor. El engorde se convirtió en un negocio millonario.

En el cerrado mundo de la pesca del atún rojo, autoridades, pescadores y granjeros forman parte de un sistema viciado en el que todos han colaborado en un amplio fraude, según una investigación del Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ, en sus siglas en inglés). Entre 1998 y 2007, más de uno de cada tres atunes pescados acabaron en el mercado negro, que supuso 285 millones de euros anuales, según la estimación de ICIJ.El destino del atún descansa en la Comisión para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT), que incluye a 47 países y la UE. ICCAT ha fijado la cuota de capturas en 13.500 toneladas este año, frente a las 22.000 en 2009. Sin embargo, la capacidad de las granjas es cinco veces superior a la cuota y muchas de ellas están en países con regulaciones laxas, como Turquía y Túnez.

Las granjas son tan controvertidas que Japón, que compra el 80% del atún del mundo, empieza a poner coto a los excesos. El año pasado, Tokio bloqueó la importación de más de 3.500 toneladas de atunes de granjas del Mediterráneo. Según sus inspectores, algunas granjas alegaban ritmos de engorde biológicamente imposibles y otras exportaban más de lo que oficialmente habían adquirido. "Si no se controlan legalmente las granjas, deberían suspenderse", declaró Masanori Miyahara, delegado de Japón en ICCAT.Espoleados por la demanda japonesa, la industria evolucionó a gran velocidad en los 90. Los cerqueros -cuyas redes rodean los cardúmenes cuando desovan- permiten capturar hasta 3.000 ejemplares de una vez. De los cerqueros, son trasvasados a jaulas y transportados lentamente hasta la granja, cerca de la costa. Allí son engordados con sardina y caballa hasta que alcanzan el punto justo de grasa y color.

Las empresas españolas saltaron a Croacia, Malta, Turquía, Italia, Túnez, Chipre y Libia. La mayoría de los atunes llegaban de cerqueros italianos, franceses y españoles. El líder del mecardo es la española Ricardo Fuentes e hijos. Francisco Fuentes, director general de la compañía los últimos 20 años, convirtió un negocio familiar en una multinacional. En los 60 su padre vendía pescado puerta a puerta y ahora Fuentes viaja por el Mediterráneo en un jet privado. Conocido como Paco-san en Japón, este sagaz empresario muestra poca simpatía por quienes sostienen que el atún rojo está en peligro: "Hay una gran cantidad de atunes pequeños en el Golfo de León". La industria -con ayuda de la UE- modernizó la flota. La inversión creó un círculo vicioso: una vez que habían comprado un cerquero de varios millones, los pescadores se veían obligados a superar las cuotas para amortizar la inversión. Al ir agotando caladeros, la flota fue al sur. El rico banco de Baleares estuvo a punto de "colapsar por la sobrepesca", recuerda Manel Balfegó, pescador y dueño de una granja en Tarragona. El stock cayó un 75%, aunque hay científicos que ven ahora los primeros signos de recuperación. Parte de la caída se debió a las generosas cuotas de ICCAT, cuyos científicos consideraron demasiado altas. Pero mucho vino de pesca ilegal y no declarada.Un ex responsable de una gran empresa defiende que a veces hay exceso de atunes por errores de cálculo: "Para los peces que tienes por encima de la cuota hay que encontrar una solución: o los comercias ilegalmente o los guardas para la siguiente temporada". Liberarlos no es una opción.

Para combatir el fraude, ICCAT estableció en 2008 un sistema de control. Los barcos dan un número a cada captura, que debe registrarse en cada eslabón de la cadena. Los documentos son escritos a mano, validados por los países y en ICCAT son introducidos en una base de datos. El sistema acaba con información contradictoria e incompleta. Al 44% de las 4.102 entradas de 2009 les faltaba información relevante. Al menos 96 cargamentos hacia Japón (5.000 toneladas) no podían ser trazados hasta la granja de origen. Jean-Marc Fromentin, del comité científico de ICCAT, define el sistema como "un enredo".

Los datos de granjas son especialmente problemáticos. Al menos un 20% de los atunes sacrificados en ellas carecen de información, son atunes fantasma. Algunas incluso parecen capaces de manufacturar atunes. Más de una docena de instalaciones mataron más ejemplares de los que compraron. "Es incomprensible lo mires como lo mires", comentó Miyahara, el delegado japonés en ICCAT. Entre las granjas que han llamado la atención de las autoridades está la croata Drvenik Tuna, copropiedad de Fuentes. En 2008, esta firma fue obligada a liberar 712 atunes, según ICCAT. La empresa declaró que fue un error de los cerqueros franceses a los que compró el atún. Un año después, Japón rechazó la entrada de 560 toneladas de atunes de una granja de Fuentes en Tunez porque los ejemplares, pescados por una flota argelina, no tenían documentos en regla, según el Gobierno tunecino. Los responsables de Fuentes en Cartagena admiten que hubo problemas con Drvenik en el pasado, pero remitieron a su socio croata, Mladen Milakovic, que no quiso hacer comentarios. Hay casos de otras firmas en Malta, Túnez o Turquía.

Aunque criticada por excesiva por algunos científicos, la reducción de la cuota para 2010 ha hecho caer los ingresos caigan desde los 350 millones de euros en 2008 a los 220 millones, según fuentes del sector. La Comisión Europea amenaza con cerrar la pesquería si no hay control y Japón se muestra dispuesto a apoyar un cierre temporal de las granjas. A final de mes, ICCAT se reúne a fijar las cuotas y decidir si acaba con la carrera del oro del atún rojo.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

PARADOJAS DE LOS INCENDIOS: EL CASO DE LA MARAÑOSA

En un país como el nuestro, en el que cada verano los ciudadanos pensamos con preocupación en la posibilidad de que se produzcan incendios descontrolados en parajes de gran valor medioambiental, estamos ya acostumbrados a pensar en el fuego como en un agente netamente destructor de toda vida. En ocasiones, la gente se enzarza en discusiones acerca de la necesidad de que los políticos hagan más por mantener limpios los bosques (a menudo se dice que están "abandonados"), y se mira con temor la aparición de cualquier columna de humo en el horizonte durante el verano. Ciertamente, los incendios son peligrosos para las personas y sus intereses económicos. Sin embargo, últimamente cada vez se oyen más voces que cuestionan esta visión monolítica del papel del fuego.

Sobre su papel destructor, los telediarios nos dan datos espeluznantes sobre la extensión de los montes quemados, e incluso sobre el olor que desprenden y las lágrimas de la gente que vive cerca. Lo que no nos cuentan es que, para las plantas, con frecuencia el fuego no es un fenómeno ni nuevo ni desconocido. Ya había rayos e incendios millones de años antes de que aparecieran los seres humanos y los pirómanos. De hecho, una gran cantidad de especies de plantas han coevolucionado estrechamente con las llamas. En julio de 2007 se quemaron miles de hectáreas de superficie forestal en Gran Canaria. Un desastre, efectivamente. Sin embargo, gran parte de lo que ardió eran pinares de pino canario (Pinus canariensis) y otros tipos de monte dominados por especies como la palmera canaria (Phoenix canariensis), que pueden quemarse sin morir. Tras el paso del fuego, rebrotan. Y más aún, las piñas de pino canario se abren con el calor, por lo que su reproducción puede verse facilitada al aumentar la dispersión de piñones y eliminarse malezas competidoras.

En muchas otras regiones del mundo, los bosques se han adaptado al fuego maravillosamente, hasta tal punto que algunos tipos dependen de éste para sobrevivir. Por ejemplo, en Australia muchas comunidades vegetales de alto valor ecológico necesitan quemarse periódicamente (entre cada 20 ó 50 años) para no languidecer y ser sustituidas por otras más homogéneas y pobres. Algunas especies de plantas en la práctica sólo se reproducen cuando arden. Es el caso de muchas Banksia, que florecen todos los años, pero cuyas cápsulas de semillas sólo se abren al quemarse (único momento en el que liberan su contenido). En Norteamérica, el fuego es importante en el diseño de muchos ecosistemas boscosos, aunque parece especialmente importante el oeste. El monte de tipo mediterráneo de California (llamado localmente "chaparral") se quema naturalmente de forma periódica, y en algunas zonas se recomienda provocar los incendios si no suceden fuegos espontáneos. No obstante, el equilibrio es sutil: el chaparral se cierra y envejece si no se quema durante mucho tiempo (perdiendo biodiversidad), pero si se quema demasiado (cada 15 años o menos) también se degrada y se pierde. En la práctica, las manchas de monte con diferentes grados de quema, conforman un mosaico de distintas comunidades vegetales que globalmente alberga una inmensa riqueza biológica.
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En nuestro país, la vegetación mediterránea también lleva millones de años conviviendo con el fuego, y desarrollando estrategias que no sólo permiten que sobreviva a sus efectos, sino que incluso permiten sacar partido de ellos. No es casualidad que el alcornoque (Quercus suber) invierta tanta energía en generar una corteza ignífuga (el corcho), que permite que las llamas pasen por él sin apenas dañarlo. Otras plantas directamente propician los incendios, y se benefician de ellos. Es el caso de la jara pringosa (Cistus ladanifer), cuyas malezas maduras generan ramas secas y hojarasca altamente inflamables. Al quemarse, eliminan competidores y favorecen la germinación de sus semillas. Otras especies, como el acebuche o el madroño, simplemente rebrotan con facilidad tras el paso del fuego.

En la Comunidad de Madrid, y concretamente en el Parque Regional del Sureste, los incendios se han venido produciendo de forma puntual y poco importante. Sin embargo, todo apunta a que la gestión de nuestros montes es muy mejorable tanto antes como después de estos fenómenos. Un caso paradigmático es el de los pinares de La Marañosa. Se trata de plantaciones de pino carrasco (Pinus halepensis) establecidos sobre cerros yesíferos que se elevan entre unos 550 y los casi 700 metros de altitud, en la margen derecha de los ríos Manzanares (cerca de su desembocadura) y Jarama, en los términos municipales de Getafe, Rivas Vaciamadrid y San Martín de la Vega. La presencia de estas masas densas de pinos se explica por "reforestaciones" llevadas a cabo en la segunda mitad del siglo XX. Originariamente la vegetación arbórea y arbustiva estaba dominada por especies adaptadas a suelos pobres y calizos, como la encina (Quercus rotundifolia), la coscoja (Quercus coccifera) y una cohorte florística rica en especialistas en suelos yesíferos (algunas de ellas plantas muy amenazadas en la actualidad).

Aunque las plantaciones de pinos se realizaron sobre unos cerros muy degradados por exceso de pastoreo, sin cobertura arbórea y aquejados de erosión, a la larga han supuesto una alteración de los patrones de maduración de las comunidades vegetales autóctonas. Por ejemplo, en cerros cercanos sin reforestar (caso de los cantiles del Jarama junto a la finca del Piul), el matorral nativo se ha ido asentando paulatinamente sin mayores impedimentos. En La Marañosa no. Y cosa curiosa, los pinos parecían tener serias dificultades para reproducirse, observándose un número muy pequeño de retoños nuevos.

Sin embargo, en julio de 2004 se produjo un incendio importante en este paraje. Se quemaron más de 1.000 hectáreas, lo que supuso una superficie considerable de la finca. En los meses anteriores se habían producido ya otros fuegos menores. La noticia corrió como la pólvora en la prensa local, y las formaciones ecologistas se mostraron muy alarmadas:



Nuestros políticos reaccionaron comprometiéndose a reforestar la zona. Más concretamente, el 12 de febrero de 2009, se reunía la Junta Rectora del Parque del Sureste y, entre numerosos desmanes, se aprobaba lo siguiente:

Reforestación del área incendiada de la Marañosa. Objetivos: reinstalar la cubierta vegetal, reforestar con especies arbóreas y arbustivas propias de la vegetación potencial del monte, diseño de la reforestación frente a futuros incendios forestales. Acciones: plantaciones con encina, coscoja, sabina, pinos carrasco y piñonero, almendro, olivo y diversas especies arbustivas.

Sin embargo, unos años después de aquellos incendios, merece la pena acercarse a las áreas quemadas de La Marañosa para observar varias paradojas a cerca de nuestra visión de la naturaleza, nuestro papel en ella, y nuestro profundo desconocimiento de lo que sucede a nuestro alrededor. Aquí tengo que agradecer a Darío Meliá las fotografías y observaciones que tan amablemente me ha proporcionado.

Primera paradoja: ¿Se pueden favorecer los incendios mediante determinadas políticas de plantación de árboles?

Es muy posible. En la Marañosa se plantaron pinos muy juntos, generándose una superficie homogénea por la que el fuego se puede propagar muy deprisa. Además, los pinos (y concretamente el carrasco) son árboles de características pirófitas. Es decir, la acumulación de sus acículas y ramas secas arden muy fácilmente, e incluso los ejemplares vivos son altamente inflamables gracias a sus resinas. En definitiva, una plantación artíficial, extensa y homogénea de pinar, sólo está esperando una chispa para desatar un verdadero infierno. De hecho, el fuego puede beneficiar al pino carrasco. Y como muestra, la siguiente foto:
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Como se puede apreciar, en algunos puntos quemados se produjo una germinación masiva de piñones (obsérvese que los nuevos pinitos se alinean a lo largo de las terrazas creadas durante la plantación original). Esto contrasta con las condiciones imperantes antes del fuego, en las que la tasa de germinación era muy muy baja. En este sentido, el fuego ha matado muchos pinos, pero ha rejuvenecido el pinar, y en cierto modo ha permitido que éste se perpetúe en el tiempo.

Segunda paradoja. El fuego podría ser un agente positivo, capaz de favorecer la restauración de ecosistemas degradados por la acción del hombre.
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Basta mirar lo que ha sucedido en La Marañosa a lo largo de los últimos 6 años. En general puede decirse que la quema de bosque ha propiciado una diversificación paisajística evidente.


En esta foto se puede ver lo que era una zona de pinar homogéneo. Unos años después del fuego se observa como ha ido surgiendo una cubierta de matorral nativo diversificado. Coexisten manchas de pinos supervivientes (en primer plano), con una variedad de matorrales de coscojas y otras especies colonizadoras y pirófitas. En el centro pueden observarse varias encinas y otros árboles ya de cierto porte. El monte autóctono tiende a extenderse rápidamente allí donde el incendio eliminó el pinar. En este sentido, puede decirse que el fuego ha actuado como un elemento de cambio, propiciando la regeneración de un ecosistema mucho más rico que el quemado (que era artificial y muy pobre en su composición). En esta otra foto se observa la regeneración de distintas comunidades vegetales en una pequeña superficie de terreno: desde espartos a fases arbustivas de encinas y coscojas:


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Con el tiempo, podría desarrollarse un verdadero bosque esclerófilo dominado por encinas. La resistencia de este tipo de flora autóctona al paso de las llamas puede comprobarse en esta coscoja superviviente:
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Al fondo se distinguen multitud de matorrales de ésta y otras especies que se desarrollan en suelos ganados al pinar gracias al fuego. La rápida reacción de muchas plantas nativas se evidencia en la colonización casi inmediata de las tierras quemadas. Por ejemplo, estas retamas locas (Osyris alba) se encuentran ocupando una sección donde el fuego mató los pinos que antes daban sombra, impidiendo crecer casi nada debajo:
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Pese a tratarse de ejemplares jóvenes, ya producen una gran cantidad de frutos:
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La retama loca, como muchas otras especies de plantas pioneras, facilitan el posterior crecimiento de árboles y arbustos más exigentes. Nos encontramos, por tanto, en un escenario en el que se está produciendo el regreso de numerosas especies de plantas autóctonas, acompañadas de multitud de hongos y animales asociados a ellas. Este regreso es sumamente complejo y heterogéneo, produciéndose distintos tipos de maduración de la vegetación, que se estructura de forma muy diferente dependiendo de las características del suelo y de la humedad disponible.
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Anteriormente sólo había una extensión uniforme y densa de pinos carrascos, pobre biológicamente hablando. Así que puede decirse que el incendio ha servido para iniciar la recuperación de un ecosistema prácticamente perdido por culpa de prácticas humanas muy agresivas (deforestación debido a la actividad pastoril, y posterior plantación masiva de pinos).
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Tercera paradoja. Los intentos de la Administración por reforestar La Marañosa tras el incendio, pueden estar teniendo resultados desastrosos.

Tal y como se aprobó en la Junta Rectora del Parque del Sureste, y tras ser anunciado por varios representantes políticos regionales y locales, se han ido acometiendo tareas de reforestación en la zona quemada. Pese a lo establecido en esa Junta de 2009, buena parte de lo que se ha plantado hasta el momento, han sido pinos carrascos:



De nuevo se está impulsando, con dinero público, la expansión de la superficie de pinar. Un pinar estructuralmente artificial, que no sólo contribuye a empobrecer las comunidades vivas locales, sino que además favorece la propagación de futuros incendios descontrolados. En otros casos, se plantan especies totalmente inadecuadas para el lugar elegido. Es el caso de estos taráis (Tamarix sp.) colocados en los cerros de La Marañosa. Este tipo de árboles se establece en terrenos de ribera, húmedos e incluso sometidos a inundaciones periódicas. Nada tienen que ver con las plantas propias de los cerros:



En la Comunidad de Madrid es fácil acostumbrarse a ver desmanes de este tipo. Con dinero público, dedicado en principio a partidas que buscan mejoras medioambientales, se pagan operaciones que generan problemas y gastos innecesarios. Podría hablarse mucho de esto, y de los intereses que se ocultan detrás de estas campañas "verdes", pero dedicaré otro día a hacerlo.
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Sigamos ahora con los efectos de las plantaciones en estos montes del sureste madrileño. Conviene señalar ahora que, además de reforestarse de forma errónea y con especies inapropiadas, se está utilizando maquinaria pesada para ello. Los efectos son claramente perceptibles, ya que las máquinas desbrozan grandes áreas para excavar después los agujeros de los nuevos plantones. Con ello se remueven los suelos, y se matan infinidad de matorrales que ya estaban regenerando la zona. Pero como una imagen vale más que mil palabras, dejo esta foto:


Como se puede ver, se ha plantado en un lugar en el que ya estaba creciendo monte de coscojas. Las maquinas han matado casi todas las plantas del lugar de la reforestación, quedando como únicos supervivientes algunos ejemplares de jara blanca (Cistus albidus). Ni siquiera han quedado apenas terófitos (plantas herbáceas de vida corta) ni herbáceas permanentes. En realidad, la vegetación nativa se recupera rápidamente tras el paso del fuego, pero se ve dañada de forma muy grave por el paso de maquinaria pesada.

Más o menos por las mismas fechas del incendio, se acometió en las inmediaciones la construcción de un oleoducto. Aunque a nadie pareció importarle, a día de hoy su cicatriz está ahí para quien quiera ir a verla:
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Casi nada ha crecido. El suelo, removido y alterado por excavadoras y buldócer, no presenta apenas cubierta vegetal. Tardará décadas en volver a la normalidad. Tras el paso de estos años, puede observarse nítidamente la diferencia entre un monte quemado y un monte arrasado por máquinaria pesada:
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En conclusión, las actuaciones públicas dirigidas a paliar los efectos del incendio, amenazan con convertirse en un problema mucho mayor que el propio fuego. Desde un punto de vista de conservación medioambiental, sería en principio aconsejable dejar los montes como están. Y de realizarse algún tipo de actuación por parte de la Administración, desde luego debería ser algo muy diferente a lo que está sucediendo. Entre tanto, el dinero del contribuyente se va en esto. Esperemos que poco a poco se vaya cambiando el modo de hacer las cosas. Y mientras, merece la pena estar atento a la evolución de la vegetación en los cerros de La Marañosa.