domingo, 27 de febrero de 2011

HACIA NINGUNA PARTE

Siguiendo con mi serie dedicada a las cicatrices que nuestro modelo económico y su crisis sistémica han dejado en nuestro entorno, voy a dirigir ahora la mirada a un rincón insignificante de la geografía madrileña. Se trata del cuadrante nororiental del término municipal de Velilla de San Antonio, colindante con el de Mejorada del Campo. No hace tantos años había allí dehesas de encinas, manchas de esparto y otras formaciones de monte bajo. Oficialmente formaban parte de un coto privado de caza, pero los habitantes de Velilla acudían allí con frecuencia para a disfrutar del paisaje, a pasear, y en fechas como el Día de la Tortilla.

Sin embargo, y como no podía ser de otra manera habida cuenta de los gobernantes que tenemos y de las prioridades de la sociedad en general, al mismo tiempo que el empuje de la burbuja inmobiliaria devoraba el entorno del pueblo, urbanizándose campos, olivares e incluso vegas aluviales, también las dehesas del noreste vieron sus días contados.

Al hablar con diferentes miembros del gobierno municipal activo durante la burbuja, así como con miembros de la oposición, resultaba evidente que se planteaban urbanizar también ese espacio, con el tiempo. Y quién sabe si casi todo el término municipal (siempre se han lamentado de que la figura del Parque del Sureste los limita en sus proyectos de "desarrollo"). No obstante, antes de que semejantes políticos pudieran cambiar las dehesas por urbanizaciones, otras administraciones se les adelantaron y se proyectaron dos autovías de peaje.

Una, la R-3, es una de este tipo de vías rápidas que más usuarios tiene de toda la Comunidad de Madrid. Pero, como ya he comentado en alguna otra ocasión, esto de coser el territorio con autovías de peaje, ha sido uno de los fracasos más patéticos y costosos de nuestros gestores públicos desde la Transición. Aunque la situación se ha agravado en los dos últimos años, al recrudecerse la crisis, ya en 2007 podíamos leer lo siguiente en el diario El País del 9 de abril:

Las autopistas de peaje promovidas por el Gobierno de José María Aznar en la Comunidad de Madrid van camino de ser un total fracaso económico. Ni las cuatro radiales ni el acceso al aeropuerto (M-12) alcanzan un tercio del tráfico que preveían cuando se inauguraron. Además, las concesionarias han visto multiplicado hasta 10 veces el coste de las expropiaciones. En el caso de la R-3 y R-5, su empresa gestora reclama al Ministerio de Fomento 300 millones de euros por las obras adicionales ordenadas por el Ejecutivo, que ahora estudia cómo pagar.


http://www.elpais.com/articulo/economia/autopistas/peaje/acceso/Madrid/alcanzan/tercio/trafico/previsto/elpepieco/20070409elpepieco_3/Tes

Y con este panorama, ya nació con mala suerte la segunda autovía proyectada (M-203), que pretendía conectar la R-3 con el entorno de Torrejón de Ardoz y Alcalá de Henares (quién sabe para qué, teniendo ambas poblaciones la A-2). Al desencadenarse la crisis, la empresa constructora (CINTRA) simplemente se dio a la fuga, y dejó un lugar que recuerda a cualquier película apocalíptica (véase Mad Max). Junto a un gran sector urbanístico malogrado, la autovía se deja ver en los restos de la dehesa.



Por supuesto no tiene tráfico, y al acercarnos, podemos percibir las prisas y la improvisación con que la empresa constructora abandonó el proyecto. No sólo el firme quedó a medio poner, sino que las conexiones al novísimo Sector XXIII, finalizaron así, en el aire, hacia ninguna parte:



Para explicar un poco el inquietante paisaje que se observa al fondo en la foto, aclaro que el denominado Sector XXIII es una amplia parcela de 393.333,40 m2 que se extiende entre la actual circunvalación, el límite con Mejorada (La Raya) y la Dehesa. Se trata de suelos protegidos por diferentes legislaciones: Pertenecen al Parque Regional del Sureste, a la ZEPA “Cortados y cantiles de los ríos Manzanares y Jarama” ES 0000142, al Lugar de Interés Comunitario (LIC) “Vegas, cuestas y páramos del Sureste” ES 3110066. Los suelos forman parte de la Red Natura 2000 bajo tutela de la Unión Europea. Es una zona de Alto potencial arqueológico y paleontológico (según informe de la Consejería de Cultura y Deportes del 8/9/2005). Un lugar, por tanto, valioso y protegido que, una vez más, no pudo evitar se pasto de la voracidad urbanística de quienes deberían haberlo conservado.

Según el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) su desarrollo no era prioritario. Sin duda razones poderosas aconsejaron a los responsables municipales crecer al otro lado de la circunvalación. Para ello, semejante calamidad contó con todos los votos (sumamente disciplinados) de los partidos que gobernaban en ese momento (PSOE e IU) y la abstención cómplice de la oposición, ignorándose las alegaciones presentadas por diversos colectivos. Y el resultado es un paisaje lunar polvoriento, con una ínfima parte de lo proyectado construida.

Pero volvamos a la fracasada autovía de CINTRA, cuyas salidas a ningún lugar siguen barridas por los vientos.



Cuesta creer que antes hubiera aquí un paisaje arbolado, rico en caza menor, con pastizales esteparios mediterráneos donde incluso crecía la orquídea Ophrys speculum. Los escombros y desmontes se acumulan junto a la obra silenciosa.



Sin embargo, al acercarnos al peaje (que sigue sin terminar) observamos que no estamos solos en aquel lugar muerto. Hay movimiento de gente que se refugia bajo el techado del peaje y en un edificio de oficinas cercano (también abandonado sin acabar).



Efectivamente vive gente en el peaje. A veces encienden fuegos en el invierno. Según hemos podido observar llevan allí más de dos años. No sabemos si se trata de las mismas personas o si van y vienen víctimas de la crisis económica, la misma que ha dejado al descubierto parte de las miserias de un sistema económico y político vergonzoso: el nuestro.



Probablemente nadie sepa qué pasará con la autovía, que continúa perdiéndose en el paisaje sin destino conocido, igual que la sociedad que la gestó. Cuántos años seguirán allí sus restos, como evidencia de lo que somos.

1 comentario:

  1. Terrible entrada. Así se dilapida nuestro dinero, el medio ambiente y el futuro de nuestros hijos.
    Pero a los ladrones que promivieron esos disparates y se llenaron los bolsillos no los veremos entre rejas, aunque sepamos sus nombres y sus apellidos.

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