Un ejemplo de esto lo pudimos comprobar esta primavera y verano en la fachada norte de los Montes de Toledo, en las inmediaciones de San Pablo de los Montes. Las laderas se encuentran cubiertas por bosques de roble melojo (Quercus pyrenaica), que se desarrollan sobre suelos derivados de granitos y cuarcitas.
Existe agua en forma de riachuelos de aguas cristalinas, pero estos no son adecuados para mantener poblaciones de rana común. En primer lugar son intermitentes, secándose en gran medida durante el verano. Además, sus aguas son frías y rápidas. Y por último, la cobertura del dosel forestal proporciona una sombra de la que no gusta este anfibio. No es raro, por tanto, que esta especie sea muy rara en los cursos de agua naturales que pudimos visitar en esa zona. Sin embargo, ranas hay, y muchas. Concretamente en abrevaderos y fuentes artificiales:
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