domingo, 9 de octubre de 2011

FUEGO Y GRAN FAUNA EN LA SERRANÍA DE CUENCA

La primera mitad de agosto de este año, hicimos una visita de una semana a la Serranía de Cuenca. Nos dio tiempo a recorrer muchos lugares interesantes y ver y fotografiar una gran cantidad de flora, fauna y formaciones geológicas. Uno de los lugares donde más animales vimos (y especialmente grandes mamíferos) fue en una extensión de bosque quemado en las proximidades de los pueblos de Las Majadas y Uña.



El bosque en cuestión se sitúa en la Muela de la Madera, una altiplanicie caliza que, si bien se eleva a una gran altitud, presenta un relieve llano o suavemente ondulado. El árbol dominante es el pino negral (Pinus nigra), con manchas formadas por pino albar (Pinus sylvestris), acompañados por numerosas especies de enebros, sabinas, rosáceas arbustivas y otros matorrales. Originalmente la masa forestal presentaba un aspecto similar a éste:




Los árboles, como puede apreciarse, no son viejos, y no se trata de un bosque maduro. No es de extrañar, dado que la moderna expansión de la superficie boscosa de la Serranía se ha llevado a cabo en el último medio siglo. Pese al clima riguroso, con pocas precipitaciones e inviernos largos y fríos, estas comunidades vegetales (incluso siendo relativamente jóvenes) albergan una fauna muy variada. Ésta incluye una gran diversidad de aves forestales y montanas, entre las que pudimos ver gran cantidad de paros de varias especies, zorzales (literalmente bandadas), grandes carroñeras y rapaces como el águila calzada (Hieraetus pennatus) y el águila real (Aquila chrysaetos). Entre los mamíferos predominan diferentes formas forestales, incluidas las ardillas, jabalíes, corzos, o carnívoros trepadores como la garduña.


Sin ninguna duda, los mamíferos más conocidos son los grandes ungulados, porque en esta zona alcanzan densidades elevadas, y porque son bastante fáciles de ver. Además, es uno de los puntos de la península Ibérica con una mayor diversidad de gran fauna. Así, en la Muela de la Madera y sus desfiladeros y laderas adyacentes, podemos encontrar jabalíes, nada menos que tres especies de cérvidos (corzo, gamo y ciervo), y dos bóvidos (cabra montés y muflón). Hay que resaltar que estamos hablando de un espacio muy pequeño. En cualquier caso, estos grandes mamíferos se alimentan de diferentes maneras, siendo todos herbívoros menos el jabalí (que es omnívoro). En realidad los cérvidos y los bóvidos salvajes de la zona se alimentan de una gran variedad de herbáceas y plantas leñosas, pero dependen de la hierba en medidas muy diferentes.

EL FUEGO


Este aspecto de su dieta, explica el modo en que su presencia ha variado en la Muela desde hace dos años. Por entonces se desencadenó un gran incendio allí. Según nos comentaron en Las Majadas, el fuego surgió en varios puntos durante una tormenta seca de verano con muchos rayos, lo que hace pensar en un incendio natural. En algunos puntos las llamas consumieron todo a su paso, dejando un cementerio de árboles calcinados tras de sí. Sin embargo, en amplias zonas no fue así, y parece que el fuego pasó bajo los árboles, matando algunos pero dejando en pie la mayoría. Dos años después encontramos un paisaje como este:




Los pinos supervivientes parecen haberse recuperado sin problemas, y el suelo se encuentra cubierto de plantas herbáceas que han proliferado al desaparecer los arbustos. También se han visto favorecidas por el aporte de gran cantidad de nutrientes en forma de cenizas, y por el incremento de la insolación directa por la muerte de cierto número de árboles. Para nuestra sorpresa, la primera vez que pasamos por allí, espantamos un grupo de cuatro gamos machos. Sus cuernos en forma de paleta estaban cubiertos de terciopelo, y parecían bastante rollizos. Más tarde, lugareños de Las Majadas nos comentaron que una gran cantidad de ciervos y gamos se veían atraídos por el bosque quemado, o mejor dicho, por la excelente calidad de la hierba que había brotado tras el incendio.


Pronto constatamos que esa afirmación era completamente cierta. Lejos de ser un lugar desolado, carente de fauna, el área quemada bullía de vida. Era muy fácil ver bandos de pinzones y zorzales, palomas torcaces y picos picapinos. Y por supuesto, grandes herbívoros. Esos días observamos ciervos y gamos en otros lugares de la Serranía, pero me resultó interesante que el bosque quemado fuera el único lugar en el que pudimos ver grupos de ciervas. En otros puntos divisamos ejemplares aislados, o hembras con su cría, pero aquí era fácil contemplar pequeños grupos de hasta 4 y 5 ejemplares en pleno día:





Algunos se alejaban nerviosos si pasábamos cerca, pero hubo algunos ejemplares que permanecían visiblemente tranquilos ante nuestra presencia (a unos 3 metros de distancia):







El grado en que la gran fauna se ha visto afectada por el paso de las llamas, es diferente en cada especie. El muflón y la cabra montés viven fundamentalmente fuera de la zona afectada por el fuego. En el caso del jabalí y el corzo, es posible que el efecto haya sido negativo. El jabalí aprecia la cobertura del matorral denso, que ha desaparecido:



Aun así, pudimos ver ejemplares de esta animal por allí. El corzo se beneficia igualmente de la cobertura densa, así como de la presencia de una flora arbustiva variada, de la que depende en gran medida para alimentarse. En cambio, el ciervo y el gamo se han visto muy beneficiados por el rebrote de un pasto muy nutritivo, debido a que son pacedores en mayor o menor grado. Además, estas praderas se encuentran rodeadas de bosques intactos, de manera que estos ungulados se ven favorecidos por un paisaje en mosaico que les ofrece alimento y cobertura en las misma zona.






Otros mamíferos también se han visto afectados de diferentes modos. Por ejemplo, no parece casual que las dos únicas liebres ibéricas (Lepus granatensis) que pudimos ver, las viésemos justo en esta área. En cualquier caso, estos animales explotan los recursos de una comunidad florística dinámica, que se encuentra en rápida evolución. Tras el incendio se produjo la germinación de la hierba, pero enseguida comenzará la aparición de plantones de una gran variedad de arbustos, así como pinos jóvenes procedentes de los piñones liberados por los árboles supervivientes. Aunque el diente de los grandes herbívoros puede retrasar este proceso, el bosque volverá a cerrarse con el tiempo.

Nuestra fauna parece haber desarrollado diferentes respuestas a estos procesos naturales, en los que los fuegos locales generan nuevas oportunidades y un paisaje más heterogéneo y dinámico. De hecho, la mano del ser humano puede tener un efecto mucho más devastador que el paso de las llamas. Me refiero al uso de maquinaria pesada para retirar árboles muertos, que en este lugar ha tenido un impacto muy grave y muy fácil de observar. Así, en los puntos en los que se han realizado este tipo de trabajos, nos encontramos algo como esto:




El suelo aparece revuelto y surcado por rodadas. Los plantones que comenzaban a germinar o ya se habían desarrollado, han muerto con el paso constante de la maquinaria, y la tierra se encuentra totalmente expuesta a la erosión. El proceso de regeneración natural se ha interrumpido, y con las lluvias se producirá el arrastre de la mayor parte de los nutrientes que contienen las capas superficiales del suelo. Muchas cosas hay que mejorar en la gestión de nuestros bosques.

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