jueves, 28 de abril de 2016

OTRA DE ORQUÍDEAS EN EL SUR DE MADRID

Esta mañana he podido hacer unas cuantas fotos al lado de casa, aprovechando que sacaba las perras a dar una vuelta. Me he llevado la cámara para fotografiar unas orquídeas que han crecido en una zona sin urbanizar, entre los pinos que la tormenta del pasado septiembre no derribó. Este año, con las lluvias del mes de marzo, la vegetación ha despertado con mucha energía, y eso incluye las orquídeas del lugar. Nunca antes había visto en este pueblo, Aranjuez, una cantidad tal de estas plantitas. La primera especie que detecté fue la orquídea araña (Ophrys incubacea):


De las dos especies que he visto al lado de casa, es, con diferencia, la más abundante y también la que tiene flores más llamativas. He dado con dos rodales, en uno de los cuales he podido contar más de 15 pies. La otra especies es la orquídea espejo de Venus (Ophrys speculum), a la que ya dediqué otra entrada en este blog (hace años):


Normalmente, la espejo de Venus presenta una coloración azul mucho más viva, pero las orquídeas son muy polimórficas y estos ejemplares son bastante pálidos. Los escasos ejemplares que he podido detectar se encontraban dentro de un rodal de orquídeas araña. Las dos especies aparecen bajo la protección de la copa de pinos carrascos (Pinus halepensis) de buen tamaño, en puntos donde el estrato herbáceo es poco denso y además es bajo. Tanto Ophrys incubacea como Ophrys speculum presentan una distribución netamente mediterránea en Europa. Siendo plantas de origen subtropical, se asocian al dominio del bosque y matorral mediterráneo, incluyendo garrigas, encinares, pinares termófilos, dehesas e incluso formaciones degradadas de los anteriores. En Aranjuez, históricamente sus mejores hábitats se encontraban en los encinares de ladera y de los altos de la meseta de Ocaña. 

Sin embargo, en gran parte estos bosques han sido destruidos meticulosamente a lo largo de los siglos. En el oeste del término municipal, se dan grandes extensiones de matorrales bajos dominados por coscojas (Quercus coccifera), con una impresionante diversidad florística y de invertebrados, aunque fuertemente degradados por milenios de fuegos y pastoreo. Hacia el noreste, entre los ríos Tajo y Jarama, existía un encinar adehesado muy bien conservado hasta hace unos años. Durante la burbuja inmobiliaria, el ayuntamiento impulsó allí la construcción de miles de chalets, un casino, un centro comercial y un campo de golf, entre otras cosas. Las encinas centenarias fueron taladas o arrancadas. Se intentó trasplantar algunas pero, como era de esperar, aquella maniobra de cara a la galería acabó con la muerte de todos los árboles. Hoy en día, lo que queda de aquel bosque de encinas es un pequeño fragmento cerca del conocido como Puente Largo, junto al Jarama. Algunos de sus árboles centenarios son impresionantes. Sin embargo, siempre salen a la luz nuevos proyectos urbanísticos justo allí. En tiempos de Zapatero se planificaron miles de viviendas de protección oficial, que afortunadamente nunca se construyeron (sobre todo porque nuestro país ya cuenta con al menos 4 millones de casas vacías). Más tarde, se ha hablado de dedicar esos terrenos a ampliar la superficie industrial de Aranjuez que, paradógicamente, se encuentra en decadencia dentro del casco urbano. Un sinsentido que nuestra actual alcaldesa resume muy bien al decir que <<Aranjuez tiene que crecer>>. Y punto.

Todas las especies de orquídeas de la Comunidad de Madrid se encuentran protegidas por la ley. Eso, por supuesto, no ha impedido que su hábitat se destruya impunemente (y legalmente, claro). Sin embargo, fuertes y adaptables como son, estas plantitas de aspecto frágil han logrado sobrevivir en ambientes alterados o degradados, incluso dentro del casco urbano de nuestro municipio. La prueba son estas fotos. No obstante, debido a las peculiaridades de su ciclo biológico, nuestras orquídeas nativas son vulnerables a la actividad humana. Sobre todo porque dependen de polinizadores muy concretos. Por ejemplo, la orquídea espejo de Venus (Ophrys speculum) depende por completo de un insecto, la avispa Dasyscolia ciliata. Este himenóptero, de aspecto poco llamativo, es el único polinizador de la planta: la orquídea ha evolucionado para atraerlo a él y sólo a él. Aquí podemos ver una Dasyscolia ciliata polinizando la flor de una espejo de Venus:


De esta manera, si la avispa desparece por alguna razón, la orquídea se extingue rápidamente. Por este motivo, encontrar estas plantas al lado de casa es una buena noticia. Significa que en la zona donde uno saca a los perros y pasea, no se usan pesticidas o, al menos, su presencia en el ambiente es mínima. Lo cierto es que, bajo los pinos de esa especie de descampado, uno puede contar decenas y decenas de especies vegetales diferentes. 

Es verdad que el lugar donde crecen las orquídeas es un suelo de titularidad privada. Pero no dejo de pensar en que deberíamos tender a crear espacios verdes similares a este. Dejarnos de tanto césped, tanto seto bien regado y parterres con flores que exigen cuidados, riego y abonos, además de herbicidas e insecticidas. La vegetación nativa no necesita cuidados especiales, sólo un mantenimiento regular para mantenerla controlada y evitar el riesgo de incendios. Mucho más barato, mucho más sano, mucho más biodiverso y, sobre todo, ¡mucho más interesante!

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