jueves, 11 de junio de 2009

¿UN PUEBLO QUE NO QUIERE ÁGUILAS IMPERIALES?


El pasado 5 de junio apareció en la prensa el siguiente artículo:


En él se relata como el consistorio de San Román de los Montes (Toledo) ha rechazado sumarse a la Red de Municipios por el Águila Imperial Ibérica. De momento es el único que no ha querido adherirse a esta iniciativa dirigida a salvar una de las aves de presa más amenazadas del planeta. El alcalde de este pequeño pueblo, de 700 habitantes, pasa a formar parte de una larguísima lista de gobernantes municipales que actúan de forma vergonzosa para favorecer el urbanismo del que se han hecho dependientes. Uno de los casos más llamativos y mediáticos fue el de Navas del Marqués (Ávila), donde se puso en evidencia hasta qué punto el alcalde y el equipo de gobierno (del PP) estaban decididos a construir su mega chachi "Ciudad del Golf" en un pinar de alto valor ecológico. Finalmente el proyecto se vino abajo gracias a un ave, aunque no un águila: la cigüeña negra, que cría en el lugar donde querían levantarse urbanizaciones y campos de golf.

Está claro que los políticos también aprenden, aunque a veces sean cosas poco aconsejables. Por ejemplo, en San Román de los Montes, el alcalde Francisco Sánchez, del PSOE, sabe bien que las águilas podrían comprometer sus intereses. Al referirse a la iniciativa de la concejala independiente que propuso la moción de sumarse a la Red, simplemente dice: "Esta concejala quiere que dejemos de construir viviendas sociales para conservar el águila imperial, pero yo, como el 99,9% de los vecinos, no he visto un águila imperial en mi vida". Lo de las viviendas sociales me suena, desgraciadamente, por que lo he vivido en mi propio pueblo recientemente. Por supuesto, en su programa electoral propone mejorar los accesos a las urbanizaciones del municipio (¿serán también de viviendas sociales?) y desdoblar la carretera que lleva a Talavera de la Reina. En cambio ninguna medida o política dirigida al medio ambiente de un pueblo que cuenta con un paisaje y una biodiversidad privilegiados.

Está claro que la fauna y la flora están volviendo a verse con hostilidad por muchos políticos y por una parte de la ciudadanía, ya que pueden llegar a interferir en proyectos que aportan a determinadas personas o entidades unos ingresos muy jugosos. La Junta de Castilla y León y su actitud con los osos, es un ejemplo clarísimo. Pero a nivel municipal también se observa. El dinero manda, aunque sea para intentar ganar las próximas elecciones con proyectos deslumbrantes. Y cuando una cigüeña, un águila o un parque regional se interponen en la recalificación de determinados terrenos, los hay que desearían matar al perro para acabar con la rabia.

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