martes, 9 de junio de 2009

UNA NUEVA ESPECIE INVASORA: EL MAPACHE EN MADRID

En la revista Quercus del mes de junio de este 2009, viene un artículo sobre la población de mapaches asilvestrados en diversos puntos de la Comunidad de Madrid, y su problemática.


Lo cierto es que este animalito, con su antifaz y sus manos de prestidigitador, ya lleva unos años entre nosotros. La primera vez que percibí su presencia, sin saberlo, fue en 2006. David y yo estábamos dándonos una vuelta por las charcas del Picón de los Conejos, en Velilla de San Antonio, cuando nos encontramos con unas extrañas huellas de carnívoro en el camino. Nos parecieron llamativas, y por eso les hicimos estas fotos:





Para ser de un carnívoro salvaje eran muy grandes, hasta el punto de que se nos pasó por la cabeza que pudieran se de nutria. Muy grandes para ser de turón, de visón, e incluso de garduña, y además no tenían garras como las de tejón. Era plantígrado, lo que descartaba el zorro. Bueno, en realidad más que ser solamente plantígrado, las huellas dejaban marcas de dedos largos, como los de una manita humana. Muy raro. Nada, no dábamos con la respuesta.

Casi un año más tarde empecé a oír sobre los mapaches, y ya todo encajó. Desde entonces se han hecho operaciones de trampeo por parte de la CAM, que no han conseguido acabar con ellos. La prueba es que esta misma primavera he vuelto a ver rastros en la orilla del medio Jarama. No es ningún mérito, porque por aquí hoy en día es más fácil encontrar evidencias del paso de un mapache que de un turón. Además la tendencia parece claramente expansiva, y se está extendiendo a lo largo de los ejes de los principales ríos de la región. Los ambientes ribereños le proporcionan varias ventajas que sabe aprovechar muy bien. Por un lado los bosques de galería, como sucede en el valle del Jarama, le aportan refugio y cobertura. Por otro lado allí abundan los alimentos que prefiere: cangrejos, otros pequeños animales o frutos silvestres. Por sus hábitos alimenticios hay dos grupos de vertebrados especialmente sensibles al impacto de esta especie: los anfibios (ya en una situación límite en el Parque del Sureste) y los quelonios, que en esta zona es fundamentalmente el galápago leproso (Mauremys leprosa). En el caso del galápago, parece que ya se ha detectado la destrucción de numerosas nidadas en el Henares.

El mapache o mapache norteño (Procyon lotor) es un carnívoro oportunista y muy adaptable. Habita diversos tipos de hábitat en Norteamérica y Centroamérica, desde bosques mixtos en el sur de Canadá hasta marjales tropicales en Panamá. En el sur de su área de distribución coincide con otra especie similar, el mapache cangrejero o sureño (Procyon cancrivorus) que lo sustituye en la mayor parte de Centroamérica y Sudamérica hasta el norte de Argentina y Uruguay. La especie que nos ocupa, como todo buen oportunista, se ha beneficiado de la actividad humana desde el mismo momento en que el hombre empezó a alterar los ecosistemas en su continente natal. En la época de la colonización europea era raro en el interior, sobre todo en zonas de grandes bosques, donde era casi inexistente fuera de los valles de los ríos. Pero con la tala de bosques, la aparición de granjas y la creación de un paisaje en mosaico del que sus grandes predadores (osos, lobos, pumas,...) habían sido expulsados, el mapache prosperó. Hoy en día es uno de los mamíferos más abundantes en Norteamérica.


Y puede que aquí lleve el mismo camino. O las administraciones se ponen las pilas y se lo toman en serio, o tendremos que hablar de otra especie invasora más fuera de control. Y ya van muchas. De momento este animalito se ha llegado a convertir en una especie mediática, sobre todo en la prensa escrita, donde los periodistas (o becarios) han dado rienda suelta a su imaginación a la hora de relatar el "tema mapache". Hemos llegado a leer que son como gremlins (quién sabe qué pasaría si les das de comer después de la media noche), que huelen mal, o que son agresivos y peligrosos. Lamentablemente esa explosión de creatividad imaginativa tuvo lugar en 2007 durante la celebración de una de las reuniones de la Junta Rectora del Parque del Sureste más bochornosas que se han conocido, y de cuyos desmanes apenas trascendió nada (solo se hablaba del dichoso mapache-gremlin). Pero, puestos a hablar del visitante americano, más que preocuparnos por si se multiplica al mojarse, huele mal o se transforma en un monstruo sanguinario y retorcido si come después de las 12, deberíamos preocuparnos del hecho de que no dejamos de introducir en nuestros ecosistemas elementos extraños que los desestabilizan. La introducción de especies exóticas se considera uno de los factores más importantes en la pérdida global de la biodiversidad de nuestro planeta. Esperemos que sea eso lo que tengan en cuenta nuestros políticos a la hora de enfrentarse a este problema, y que tengan además el valor de legislar para que el tráfico de animales y plantas esté severamente regulado. Sí, porque no hay que olvidar que esta nueva especie ha llegado como mascota, en una sociedad en la que cualquiera puede comprar cualquier bicho y soltarlo después cuando se cansa de él. Sin un control de ese tráfico, trampear o no trampear mapaches será irrelevante a la larga.

1 comentario:

  1. Por el río Henares está completamente extendido y asentado incluido ya Guadalajara.

    ResponderEliminar